En la vida todo se resúme en decisiones, por eso debemos meditar muy bien las que tomamos para tener una vida con Dios, libre, en paz, y próspera.
En el mundo abundan los caminos a seguir; pero nosotros escogemos en cuales entrar y en cuales no, por eso nunca permitamos que los demás escojan por nosotros porque somos los que vamos a pasar por todas las experiencias malas o buenas que cada uno de esos caminos ofrecen y no los demás.
No pierdas tu tiempo en caminos que sólo promueven aventuras pasajeras, inestables, malas y corruptas, sino que ora, pide dirección a Dios y aprovecha tu tiempo escogiendo un camino cuyas vivencias estén de acuerdo a Su Voluntad.
Recuerda que del paso que des y del curso que escojas, no sólo depende tu salvación, tu libertad, tu paz y tu vida, sino también la vida de todos tus descendientes.
Y si por ignorancia, por error o desconocimiento de Dios, te dirigiste por un mal camino, arrepiéntete ante Dios y salte de él lo más pronto que puedas, para que te libres con Cristo de las cadenas del maligno y liberes a la vez a tus descendientes porque mientras tengas vida tienes esperanza.
Y si sientes que Dios te toca y te manda a hacer algo, haslo calladito y sin preguntar, no cuestiones a Dios y a La Voz del Espíritu Santo que te habla, ni te menosprecies, ...sólo fluye haciendo lo que Él te pide y punto, hoy y ahora porque mañana no sabes si estarás vivo para hacerlo y servirle a Él.
No le des muchas vueltas al asunto, ni pienses en nada, ni en el que dirán, ni en los demás, en que si estás preparado o no porque cuando le has entregado tu vida a Cristo, ya no eres tú, sino Él quien te gobierna, y te usa para su propósito y su obra en el momento en que Él quiere, que tú te dispones y decides no perder tu tiempo e invertirlo en su obra.
Tu decides si estar alerta a la voz de Dios como María e invertir tu tiempo en obras buenas de Dios o perder tu tiempo en cosas vanas del mundo como Martha y arriesgarte hasta a perder tu vida espiritual.
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