© Cira Arroyo Fuentes 23/01/2018 09:29 p.m.
Cuando uno está seguro con Dios de algo, del poder que Él tiene porque por nuestros propios ojos lo hemos visto muchas veces y en nuestro propio cuerpo hemos vivido los milagros que nos ha hecho, nada ni nadie nos puede hacer retroceder en el camino que Él nos ha trazado.
Cuando con el tiempo vemos que hemos hecho cosas en que meditamos como fue que las hicimos y de dónde nos salieron esas ideas, como resolvimos los problemas que se nos presentaron para poder llevar a cabo todo, nos hacemos siempre la misma pregunta de ¿cómo lo hicimos?, porque meditamos que en ese tiempo no teníamos el mismo conocimiento que hasta muchos años después con los estudios que realizamos nos guiaron a como resolverlos y son muchos a los que pronto les llega la respuesta porque creen en Dios y en su poder, pero a los que no, les queda la gran duda de como hicieron para resolverlos cuando aún no estábamos listos, entonces para evadir esa posible respuesta que ellos jamás darán por su incredulidad todo lo atribuyen a que ellos ya traían la inteligencia que fue la que les ayudó, aún sin estudiar para resolverlo todo.
Son tan evidentes las respuestas para quienes creen en Dios, pero tan perdidas y negativas las que dan los que no creen en Él, que entre sí mismos se enredan inventándose argumentos mundanos para evadir que Dios estuvo presente en toda esa etapa de su vida porque son unos ateos que sólo creen en sí mismos y de todo lo que han hecho en su vida sólo se vanaglorian a ellos mismos, pero jamás a Dios.
Lo único que yo sé es que si decidimos servirle al creador todas nuestras vivencias se impregnan de su presencia porque ya no somos nosotros los que vivimos ni hacemos las cosas sino Él en nosotros y lo único que debemos hacer es estar dispuestos para escuchar su voz y darla a conocer de inmediato.
Es increíble como vemos la mano de Dios y a su espíritu moverse y como nuestra vida con Él de gota en gota de agua va haciendo hueco o calando poco a poco en la vida de otros y titubear en las respuestas que nos dan hasta las personas que aparentan ser más seguras y más inteligentes por todo lo que el mundo les ha dado, sea mucha letra de estudios, por el lavado de cerebro que les han dado personas que no creen en Dios con las que se han topado que no creen en nada ni en nadie, pero que siempre les queda la espinita en su corazón de saber por qué hay gente tal especial, pero no quieren reconocer que en todas ellas Dios vive en abundancia y en todo lo que muchas otras hacen, aunque no quieran reconocerlo por nada del mundo, de Dios es de dónde proviene el poder con el que han logrado todo en la vida y muchos hasta casi al final de su vida es que reconocen que todo lo que hicieron de Dios provenía, no de ellos mismos y se arrepienten de su incredulidad y le piden perdón a Dios.
Una persona puede haber vivido toda su vida como un robot aprendiendo de todo mediante los muchos estudios que ha realizado durante su vida, tener muchos títulos, haber ido a las mejores universidades del mundo y tener todo el máximo conocimiento de acuerdo a su carrera o vocación, pero ignorar totalmente la letra de La Palabra de Dios y desconocer del poder de Dios por completo.
Los más estudiados pueden aparentar ser las personas más seguras, pero en lo profundo de su interior se sienten vacíos, porque siempre han vivido por vivir, y se han preparado por ser mejores, hacer mucho dinero y tener mucho poder nada más y pasan su vida entera tan aturdidos y ocupados en sus estudios y después en su trabajo, que no tienen tiempo ni de meditar siquiera, pero créanme que a todos se les llega el momento en que tienen que hacerlo y que duro es para quienes aunque quieran ya no pueden continuar con su robotizada y adictiva vida llena de trabajo en la que sólo vivieron siempre como una máquina de hacer dinero y no dejaron tiempo para meditar cuál era el principal propósito de su vida en la que Dios siempre estuvo implícito, ese Dios que muchos nunca por ignorancia o rebeldía nunca quisieron reconocer en sus caminos porque testaruda e incrédulamente siempre quisieron creerse autosuficientes, que ellos podían hacer todo sólos, sin ayuda de nada ni de nadie y siempre negaron el poder de la presencia de Él en todo lo bueno que hicieron en su vida.
Personas que no saben o no quieren reconocer de donde vienen y a dónde van, que piensan que nacieron porque sí, de la nada y que al morir todo se acaba y nada más vendrá, porque no creen en la vida espiritual que ha de venir a todos los que en Dios creen.
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