Los padres y la familia deben educar bien a los hijos desde muy chiquitos, a amar y temer a Dios con el instrumento o instructivo de enseñanza para la vida que Él nos dejo que es La Santa Biblia, La Palabra de Dios porque no basta con sólo enseñar o educar con palabras y pensamientos propios o conformarse con lo que aprenden de los educadores en los diferentes centros de estudio que asisten durante su vida de estudiante, ni en iglesia, sólo porque piensen que como enseñan son buenas personas.
Tampoco deben dejarse llevar sólo por la disciplina y ejemplo de sanas personas con buenas conciencias porque hay momentos en la vida en que esas personas que nos enseñaron se van, sea porque se van a vivir lejos o se mueren, o en que los hijos empiezan a salir solos, o que ya son mayores de edad o se independizan, en donde quienes los cuidaban ya no están tan cerca, y van conociendo gente con muy diversas costumbres y forma de vida que de alguna manera querran cambiar su forma de ser, para que sean como ellos, y es en este momento cuando se pone a prueba la fortaleza de carácter o de personalidad que los hijos tienen.
Si los hijos se acostumbraron a obedecer a sus padres, familiares, tutores o quienes los cuidaban sólo por respeto o miedo por la cercanía, una vez que estén sólos se sentirán que ya son libres del control de ellos y es aquí cuando empieza el peligro porque quedan como ovejas solas a menester de lo que el mal pueda hacerles mediante personas malas consejeras y mundanas que se encuentren en el camino de su vida.
Si les enseñaron a formarse con El Carácter de Dios, a ser firmes y libres espiritualmente con Dios, saben que en todo lugar que estén no están solos porque Dios que es su pastor y guía está con ellos allí dondequiera y conquienquiera que estén, que Él los ve, y que son libres, sí; pero con la libertad que Dios les da, y que aunque ya no tengan a ningún familiar o conocido con ellos deben cuidarse y portarse correctamente por su propio bien y el de todos.
Nunca debemos olvidar que Dios es la luz que ilumina nuestro camino, que nos enseña, nos cuida y nos guía siempre si se lo permitimos y con humildad y obediencia lo reconocemos en todos nuestros caminos, por eso nunca debemos alejarnos de Él porque en todo momento de la vida y a cualquier edad, podemos ser acosados por el maligno para hacernos daño de alguna manera.
Buscará perjudicarnos mediante familiares, amistades, o cualquiera personas que nos topemos en nuestro caminar que nunca obedecen a Dios sea por desconocimiento o por rebeldía para con Él y demás personas correctas, y que no pierden ni un minuto de su tiempo para querer muy astutamente convertir en libertinas a todas las personas que les rodean, enredándolas en vicios, drogas, prostitución, vandalismo y corrupción.
En conclusión, debemos de tener muy claro que Dios nos cuida y nos guía siempre que se lo permitamos y que la verdadera y sana libertad sólo proviene de Él y es la que Él nos da si humildemente permitimos que Su Espíritu Santo more en nosotros para que sea nuestro guardián y nuestra luz siempre, aunque estemos en medio de la oscuridad.