Una cosa es respetar la vida particular de los demás y otra es compartirla.
Cada persona por regla general debe respetar; pero decidir que compartir o convivir con otras o no, es su decisión y nadie puede obligarla a ser como ellos u otras personas, ni tampoco ella puede obligar a ninguno a ser como ella tampoco.
Ni siquiera Dios, que es Nuestro Creador y dueño de todo cuanto existe, nos obliga a seguirlo o hacer su Voluntad, sino que nos dejó en libre albedrío de hacerlo.
Sea cuál sea la vida que llevas, eres libre de elegir que es lo más sabio y mejor para ti.
Nadie tiene por qué culpar a los demás por las decisiones que ha tomado ni por la vida que ha llevado porque Dios a todos nos da la oportunidad de hacer un alto en el camino para mejorar nuestra vida.
Nunca es tarde para buscar una sabia guianza ni salirse de un estilo erróneo de vida, que nos causa enfermedades corporales y espirituales, nos hace infelices y desagrada a Dios.
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