Me da tristeza el ver a más personas cada vez de diferentes edades tatuándose y agujereando su cuerpo de una forma tan desmedida, creyendo que se ven muy bonitos con todo ese montón de rayas y manchones con los que están destrozando su cuerpo.
Lo que demuestran todas estas personas es tener una muy baja autoestima y necesitan hacerse algo impactante en su cuerpo para llamar la atención o disque imponer según ellas respeto o miedo, pero lo hacen de la manera más errónea y desobediente con Dios, que demanda de todos que cuidemos nuestro cuerpo porque es el templo de su Espíritu Santo y nos prohibe rayarlo, marcarlo y dañarlo.
Cuando una persona se tatúa o se hace piercings está corriendo el riesgo de que le traspasen enfermedades si las agujas no están bien esterilizadas y aún así, la tinta puede estar contaminada también.
La persona que se hace estas cosas por lo general tiene mucha rebeldía, sea con sus padres, familiares o el mundo en general y busca mostrar lo que ha hecho de inmediato publicamente porque sabe que con esto hará sufrir a esas personas, pero no se pone a meditar que la que se está dañando y arriesgando su salud directamente es ella.
En los tatuajes hay muchos pactos satánicos que la gente ni siquiera sabe e ignorantemente se los pone, aunque ya el sólo hecho de tatuarse es un pacto de sangre por el cuál debe pedirle perdón a Dios y quitárselo si puede.
Bibliografía: Biblia Gateway, Versión Reina Valera 1960
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