Jamás entenderé ni me cabrá en mi cabeza el como es posible que muchos pastores con gran frescura, vivan como reyes, con casas, autos, propiedades y lujos extremos y comprándole casas y lujos hasta a familiares, y que todos viajen de un lugar a otro con el diesmo y las ofrendas que dan personas sumamente pobres, que muchas veces se tienen que sacrificar para darlo aunque se queden sin comer.
Tampoco me gusta la prepotencia del comportamiento de muchos pastores y sus familias, de como miran y tratan a los miembros de la iglesia porque a los que dan más les dan más oportunidad de participar en las actividades de la iglesia, en el grupo de alabanza, y de pasar al altar a exponer; pero a los que dan menos o no pueden dar los hacen que se sacrifiquen realizando los trabajos más duros de construcción, limpieza y orden de la iglesia y muchos se la pasan sirviendo así toda la vida y nunca les permiten participar en celebraciones y actividades importantes o pasar al altar a compartir sus dones y talentos cantando o predicando.
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