En el pasado, ahora y siempre, lo que más ha dañado al Reino de Dios y a la imagen de los verdaderos pastores son los pastores falsos que sólo lucran con La Palabra de Dios.
No es culpa del mensaje escrito por Dios en la palabra por medio de siervos que anduvieron con Él en su venida en carne y vivieron junto con Él todos los milagros y maravillas que Él hizo ni de los que inspirados por su Santo Espíritu escribieron también, sino por la tergiverzada interpretación que falsos pastores dan a pasajes de La Biblia para obtener dinero y bienes rápido de las masas de gente a las que predican.
La Palabra de Dios ya está escrita y el deber de sus siervos es sólo predicar, compartirla tal como es y si cobran algo que sólo sean los costos por las copias o los libros que hagan para distribuirla; pero nada más.
Y con relación al diezmo muy claro dice en ella que debe ser dado al levita, a la viuda, al huérfano y al hambriento. (Deutoronomio 26:12-19).
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