© Por Cira Arroyo Fuentes 08/05/2019 12:14 a.m.
Cuando leo escritos que hice hace muchos años, admiro la originalidad y expontaneidad que tienen, aún sin haber estudiado mucho en ese entonces.
Percibo el poder que tienen los dones y talentos innatos que Dios me dio, y los respeto más porque me maravillo al ver como esas obras vírgenes se hicieron lucir ayer, y han tomado más valor con el paso de los años porque al releerlas, la Cira del ayer conquista a la de hoy.
Esto hace que la Cira de hoy compita con ella, aunque sé que ella, la del ayer, ya no puede competir conmigo porque ya lo dio todo en ese tiempo, pero la Cira de hoy quiere hacerlo todo mejor, aprovechando que tiene más experiencia y más conocimiento, aunque inclinada siempre a aferrarse a lo vírgen.
A eso puro y no muy manipulado ni calculado por el ilustre intelectualismo de la humanidad de hoy, que nunca quiere dar su brazo a torcer para reconocer que la inspiración de escribir es un don que se desarrolla y se perfecciona con la práctica y las vivencias a través del tiempo.
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