sábado, 20 de enero de 2018

El orgullo, la rebeldía y la incredulidad nos impide aceptar amar y ser amados de verdad




© Cira Arroyo Fuentes   20/01/2018   12:55 p.m.

      El orgullo, la rebeldía y la incredulidad nos impiden aceptar el amar al Verdadero Amor y el aceptar ser amados también, sea por El Amor de Dios o el amor de una persona como pareja de vida.

Nos impide aceptar El Amor de Dios, su Señorío y su perdón en nuestra vida, para que no le conozcamos ni le amemos de todo corazón y nos entreguemos por entero a Él.
El orgullo y la rebeldía, son los que por ende nos provocan la incredulidad, al ponernos un velo que nos aleja de conocer a Dios y su verdad, que es La Única Verdad que existe, un velo que ciega todos nuestros sentidos para que nos apartemos lo más que podamos de Él y de leer su palabra, de escuchar su voz, y que nos aislemos de las personas que guiadas e inspiradas por Él, puedan con amor puro venir a darnos una palabra bíblica o buenos consejos para que nos arrepintamos de nuestra desobediencia, de las malas decisiones o actos indebidos en que hemos incurrido o hemos hecho y evitar así que nos desviemos y poco a poco nos alejemos cada vez más de Dios y vayamos perdiendo nuestra identidad para con Él, para con nosotros mismos y los demás.
El orgullo, la rebeldía, la incredulidad y la inmadurez también nos impiden el poder encontrar el verdadero amor de una pareja estable para amarla plenamente, porque apenas estamos empezando una relación, si sucede algo que nos duele o nos mueve el piso, lo único que hacemos inmaduramente es cortar con esta, sin haber luchado aunque sea un poco para conocerla más y buscarle una solución a los problemas que se van poco a poco presentando, pero si al primer obstáculo que tenemos, lo único que hacemos es huir, sin dar con humildad la oportunidad al diálogo y al perdón; andaremos siempre sólo empezando una y otra relación, sin terminar ninguna por falta de madurez, y porque ya desde antes de empezar una relación ya venimos auto desmotivándonos con el pensamiento de que nunca vamos a creer en nadie.
Y no es hasta que la persona decida al fin amarrarse con humildad y valentía muy bien los pantalones si es hombre, o las enaguas si es mujer, para dar a torcer su brazo y rendirse con valor y humildad a confrontar la situación y poder auto motivarse con Dios para poner abajo y doblegar su orgullo, rebeldía, incredulidad e inmadurez, para poder al fin darse la oportunidad de conocer de verdad a esa persona y descubrir si esa atracción tan fuerte que ha sentido o aún está sintiendo por alguien es amor verdadero o no y pueda al fin luchar por ese amor para que se realice y de fruto.
El perdón y el olvido son cualidades que sólo demuestra una persona madura y tienen que darse para que un amor pueda continuar, crecer y seguir adelante porque de otra manera andaremos toda la vida de un lado para otro sólo viviendo por vivir y nada más dejándonos llevar por lazos cortos de ilusiones pasajeras con una y otra persona que no nos conducen a ninguna parte, sino sólo a una vida llena de soledad y desamor, por no habernos decidido nunca a tomar una relación en serio, ni luchar por un gran amor que fuertemente a tocado nuestro corazón, que sólo podremos descubrir si es realmente verdadero o sólo un capricho, si nos damos con humildad y perdón la oportunidad de conocerlo poco a poco y vivirlo.

En conclusión, debemos de ser fuertes y hacer menguar al orgullo, la rebeldía, la incredulidad, la inmadurez y la falta de perdón en nosotros porque sólo así podremos aceptar al Amor de Dios y amarle mutuamente, así como aceptar que sentimos algo muy especial por una persona para aceptar el darnos la oportunidad de conocerla, amarla y aceptar su amor también, pero si permitimos que el orgullo, la rebeldía, la incredulidad, la inmadurez y la falta de perdón se entronen en nuestra vida, jamás podremos conocer ni vivir la maravillosa experiencia que sólo El correcto y Verdadero Amor puede darnos y por el contrario andaremos como perdidos, cayendo cada vez más bajo, por andar promiscuamente saltando de uno a otro amor pasajero, que nunca pasa de lo carnal nada más, por la cobardía e inseguridad de no hacer un alto en el camino para pararnos con firmeza, ponernos a cuentas con Dios y que Él nos abra el camino para conseguir una persona que nos ame conforme a Él y no conforme al mundo.

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