© Cira Arroyo Fuentes, 19/03/2022, 6:52 am
Cuando sin ningún interés y por gracia trabajamos para Dios, por contraparte, en el momento que menos esperamos, nos da de sorpresa regalos de personas que menos esperamos, que conocemos o que ni siquiera hemos visto nunca.
Así es como nos recompensa Dios, atrayendo hacia nosotros lo que menos imaginamos, cuando más lo necesitamos, regalándonos por medio de personas y de la naturaleza, cosas, momentos y paisajes totalmente inesperados.
Ésto sucede porque Dios cuida de nosotros y Él sabe cuales son nuestras necesidades y está siempre anuente o a la mira de suplirnos todo.
Dios es absolutamente maravilloso y en todo momento va atando cabos en nuestra vida y vivencias que tenemos para reunirlas y hacer que hagamos algo con eso, que esporádicamente a través del tiempo, Él nos ha dado porque todo lo que sucede en nuestra vida Él lo usa para nuestro bien.
Él arma el rompecabezas de nuestra vida, lo ordena y lo purifica si somos humildes y se lo permitimos.
Nos va podando poco a poco, cortando lo malo y dejando lo bueno en nosotros, puliéndonos como si fuéramos una piedra preciosa en sus manos, según las vivenvias y la dedicación que le demos a Él siempre atraemos cosas positivas para nuestra vida aún sin darnos cuenta.
Es por esto que hay que ser apegados a Dios y desapegados de la gente, o sea apartarnos de la gente que nos aparta de Dios y apegarnos a quienes nos acercan a Él porque cuando lo hacemos al contrario, nos arriesgamos a ser manipulados por personas y por ende apegados a sus costumbres y estilo de vida, que si son personas decentes y sanas no hay problema; pero si no lo son, ellas tenderán a hacernos como ellas y si no sedemos a comportarnos y hacer lo mismo que ellas, o nos chantajearán con algo que nos atraiga mucho o que sea muy llamativo o al ver que no les funciona se alejarán de nosotros; pero si somos apegados a Dios desapegarnos de ellos nos será más fácil y no podrán manipularnos.
En mi caso, Dios va uniendo pedazos de mi vida, de mis vivencias y de mis escritos, y poco a poco va revisando, puliendo y haciendo su obra en mí y la hace en todos si se lo permitimos y le damos el timón de nuestra vida para que nos dirija.
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