Por © Cira Arroyo Fuentes, 17/11/2022, 2:11pm
Seamos con la guía y la ayuda de Dios cautelosos porque no a todas las personas podemos abrirle la puerta de nuestra casa, de nuestra vida y de nuestro espíritu.
Tengamos cuidado de a qué espíritu le permitimos entrar a nuestro cuerpo espiritual, que es como un reino que nos gobierna, que debe ser sólo uno porque si permitimos que nos gobiernen legiones de espíritus, El Reino Unigénito de Dios con su Espíritu Santo no podrá reinar en nosotros porque en La Biblia Él nos lo dice bien claro, que todo Reino dividido no prevalece.
Dios es un Dios celoso y si lo escogemos en libre albedrío, no permite que nada ni nadie más nos gobierne sino sólo Él.
Dios en su palabra nos dice bien claro que debemos tener mucho cuidado de a qué y a quién dejamos entrar a nuestro cuerpo, nuestro espíritu y a nuestra vida porque el mundo está lleno de personas gobernadas por espíritus de paso nada más, sumamente inestables, aventureros, perdidos y malignos que son deambulantes, mañosos y engañosos, que a lo único que se llegan o acercan a nosotros o a nuestra vida, a nuestra casa y a nuestra familia, es a ver si somos buenazos o tontos y ver como se pueden aprovechar o tomar ventaja de nosotros y de nuestra familia, a ver que mal nos pueden hacer y a ver que nos pueden quitar o robar.
En La Biblia dice muy claro que el objetivo del maligno y de las personas a las que gobierna es engañar, robar y matar, por eso no podemos ser tan confiados, dósiles, fáciles, suaves, buenazos, entregados, ni tan tontos con todas las personas y menos con las que no conocemos porque caras vemos; pero corazones e intenciones no conocemos.
Jamás debemos permitir que nuestra casa se convierta como en un paso o lugar público al que todo el que quiere entra y hace lo que quiere en ella: tomar licor, usar drogas, escuchar música mundana, ver películas repravadas y perdidas, hablar vulgaridades o tener un vocabulario obseno, hacer lo que quieren con nosotros y con nuestra familia, ni cojer ni usar todo lo nuestro como si fuera suyo, como si nuestra casa fuera una posada libre sin dueño o un hotel público a su servicio con personas liberadas, permisivas y promiscuas con las que pueden hacer lo que se les antoja a la libre, en donde pueden comer, dormir y hasta tener sexo con alguien bajo su techo como si fuera un motel y hacer con libertad lo que quieren sin límites oun lugar del cuál o de donde pueden tomar prestado o llevarse hasta lo que quieren para sus casas.
Abrir las puertas de nuestra casa y de nuestra vida a cualquiera, sin conocer ni analizar a las personas primero, es un gran riezgo y un total peligro porque nos pueden traer vicios, malas costumbres con vida corrupta y mundana a nuestro hogar y sabemos de antemano que esta clase de gente sólo viene a engañar, robar y matar sino a meternos en vicios, y hasta ver hasta donde somos permisivos y ver como se propasan sexualmente con nosotros y con los nuestros y ver como nos destruyen y se quedan con todo lo nuestro.
Las personas que no tienen cuidado y dejan entrar a cualquiera en su casa y en su vida, están como ciegas porque no tienen malicia o simplemente se hacen los locos porque todo les da lo mismo o les vale nada, ni ven los cambios que sufren ellas mismas, sus hijos, sus nietos, sus familias y familiares por ser tan permisivas y aceptar todo y a todas las personas a como vienen sin ningún cuidado o ninguna precaución.
Después se quejan de la vida y del comportamiento que a través del tiempo van presentando los miembros de la casa y hasta ellos mismos; pero no se ponen a pensar, de que ellos mismos han sido los culpables de que esto suceda, por no haber puesto respeto en su casa, con las reglas y la disciplina de Dios en su hogar y haber aceptado entrar a su casa a cualquiera y que hiciera en su casa y con su familia lo que se le diera la gana.
Al final a estas personas su vida y la de los suyos se les convierte en un completo desorden lleno de drogas, alcohol y malas costumbres corruptas porque todos los miembros aprendieron todas las mañas y variada forma corrupta de vida de tanta gente mundana, filibustera o no, a la que paulatinamente a través del tiempo, les permitieron entrar durante toda su vida a su casa y a su vida.
Lo peor es que por ser tan permisibles, liberados y descuidadamente darles lo mismo o valerle nada todo, han perdido totalmente su autoestima viviendo desenfrenadamente y caen en un libertinaje y forma de vida totalmente contraria a Dios y se conforman en seguir como ciegos una vida llena de idolatría en la que espiritualmente creen en cuánta creencia o dioses falsos se les ponen por delante, engañándose a sí mismos con que sí creen en Dios; pero cuál dios porque El Dios de La Biblia jamás está de acuerdo con la forma de vida llena de vicios y malas costumbres contraria a Él que libertinamente llevan.
En conclusión, no olvidemos nunca que nuestro cuerpo es nuestro templo y nuestra casa lo cuida y nos resguarda, y que para que exista orden en nuestra casa tenemos que tener siempre a Dios en nuestra casa y en nuestra vida, para que hagamos y respetemos su Voluntad y poner con la ayuda de Dios disciplina y reglas en nuestra casa, nuestra vida y en la de nuestra familia, por eso debemos ser muy cautelosos de las energías y costumbres que tienen las personas a las que permitimos entrar.