martes, 2 de enero de 2024

Merecemos alguien sincero que nos ame igual o más que como nos amamos



Por © Cira Arroyo Fuentes, 2/1/2024, 11:02 am

     Sólo alguien sincero que nos ame igual o más que como nosotros nos amamos y cuidamos a nosotros mismos merece estar en nuestra vida y debería de ser así; pero lastimosamente observo continuamente a personas posteando mensajes indirectos bien directos que toma de La Internet, para quien quiere que caigan, que lógicamente van dirigidos a su pareja.

Lo hacen como lavándose las manos, desahogándose y quejándose de su conjugue porque no le ama ni le da la importancia que le daba antes al principio de la relación. 

Es tan cobarde hacer esto y demuestra tanta inseguridad por parte de la persona que lo postea, porque en lugar de hacer esto, debería de enfrentar a su pareja y decirle cara a cara la verdad de lo que siente.

Como es posible que una persona que tiene la mayor intimidad sexual, cuerpo con cuerpo y piel con piel con otra, no se atreva a mirarla a la cara para sincerarse.

Es tan ridículo que una persona despchada o resentida, este compartiendo ante los ojos de todo el mundo mensajes que tratan de problemas íntimos que deberían de ser discutidos entre ellos dos nada en la cama, así como se atreven a hacer todo lo demás.

Si una persona tiene valor para abrir las piernas y expresar a rienda suelta con su cuerpo y su carne todo lo que siente, lo debería de tener para abrir la boca y decir lo que siente o resiente de la relación también porque los platos sucios los deben de lavar entre ellos dos, en la intimidad de su cama o de su casa; pero no en el aire, a los ojos de Raymundo y todo el mundo.

Esta falta de conexión que una persona o ambas en la pareja tiene entre estos dos miembros de su cuerpo es fatal para su relación porque no es posible que se atreva a entregar la parte más íntima sexual de su cuerpo que tiene para expresarse sexualmente y que no tenga valor de decir con palabras de su boca todo lo que le preocupa o disgusta en su relación para discutirlo a tiempo o en el momento justo en que se debe de hablar y tratar el problema y no esperar a que una montaña de problemas se acumule entre ambos y sea tan grande que ya no la pueden subir ni cruzar para empezar a buscarles solución. 


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