Por © Cira Arroyo Fuentes, 13/7/2023, 2:30 am
Los padres que queremos guiar a nuestros hijos por un buen camino lo primero que tenemos que enseñarles es a amar a Dios, aprender de su palabra y respetar La Voluntad de Dios escrita en ella.
Todos nacemos con el libre albedrío de elegir por qué o quién nos vamos a dejar guiar y nuestra vida refleja cuál elección hicimos.
Si elegimos la luz de Dios tenemos la ventaja de saber en todo momento qué camino estamos pisando y si la vida que se nos está presentando es de acuerdo a Dios o al mundo.
Dios con su palabra nos pone una armadura para recibir o dejar pasar a nuestra vida lo que nos conviene y rechazar o no dejar pasar lo que no.
No podemos quejarnos ni por nuestros propios errores ni de los de nuestros hijos, ni de nadie, si no hemos cumplido esa misión primordial de aprendisaje que todo ser humano debe de tener, que es su protección contra toda corriente o tormenta con la que el mundo con sus ideas quiera atacarnos y atacarles.
Dios y La Santa Biblia son luz en cada persona y en cada hogar, por eso si nos armamos con sus enseñanzas tendremos la sabiduría para interrelacionar con todas las personas respetando y haciéndonos respetar también sin contender; pero manteniéndonos firmes viviendo conforme a Dios.
Si nuestro corazón, nuestra mente, nuestro ser y nuestra vida tienen la llenura de Dios, de su palabra y de su Santo Espíritu, el maligno con sus servidores en el mundo, no podrán engañarnos ni tendrán poder sobre nosotros, ni podrán lavarnos el cerebro con ideas o ideologías, ni meternos legiones de espíritus engañosos y malignos que van en contra total de La Voluntad de Dios.
Los que nos dejamos guiar por Dios y no por el mundo, sabemos que nunca debemos parar de servirle a Dios ni de cumplir nuestro propósito de vida para con Él, por nada que se nos atraviese para distraernos en este mundo.
Sabemos también que debemos consultar con sabiduría al manual de vida que Dios nos dejó que es La Santa Biblia en cada paso que vamos a dar porque en esta vida todo nos es lícito; pero no todo nos conviene, para así caminar sabiamente con la luz de Dios, y no creyendo que por ser sabios en nuestra propia opinión, vivir siempre con una venda puesta en nuestros ojos, dejándonos llevar por nuestros propios sentimientos y los de las demás personas que nos rodean, caminando como ciegos borregos a quienes el maligno y sus servidores hacen como quieren para dirigirlos a la corrupción, destrucción y al matadero.
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