© Cira Arroyo Fuentes 08/10/2019 11:05 a.m.
No es fácil para una persona hallar algo que hacer mientras espera a que se abran las puertas para que algo que anhela suceda, pero quedarse estática, con la mente en blanco y el cuerpo sin acción, como muerta en vida, no resuelve nada.
No puede aceptar que algo nuevo, con lo que recién se ha topado en el camino, pero que aún no conoce del todo, la encarcele, paralice y hunda en una profunda e incierta espera que le roba la libertad y no le permite avanzar.
Aunque no tenga deseos de hacer nada, debe llenarse de coraje, moverse y lanzarse al mar de nuevo a pescar ideas, crearlas y darles vida, para que este tiempo en que espera pase rápido y no se haga tan largo.
El seguir viviendo, fluir y exponerse a nuevas experiencias le rescata del estancamiento, del estrés, la depresión, y para lograrlo jamás debe dormirse, cegarse o empecinarse en una sola cosa, sino que en todo tiempo debe permanecer bien despierta y mantener bien abiertos todos los sentidos porque si eso que tanto desea no se da, tampoco tendrá el poder de derribarle la vida que lleva, que es sólo suya e independiente de todo lo que sucede al derredor.
Mientras la persona espera debe continuar creyéndole a Dios, llenarse de vida y seguir aprendiendo para perseguir nuevos sueños y darles vida porque aunque no tenga el poder de decidir por lo que hacen otros, si tiene con Dios el poder de decidir que hace por sí misma y si los demás no cambian ni hacen nada para fluir y se conforman con patinar siempre en el mismo lugar sin buscarle una solución a su vida, es problema de ellos y no suyo.
La persona que sigue caminando mientras espera, se da la oportunidad de conocer cosas nuevas y tener nuevas experiencias y no se conforma con ser espejo de la espera ni con mantenerse patinando indefinidamente y sin esperanza en un sólo lugar, sino que le da la oportunidad al destino de ponerle algo nuevo que mueva de nuevo su ser y la rescate de esa espera incierta de la cuál no es ella la que tiene el control sino otros.
En resumen, el secreto para que una persona se mantenga activa, viva, feliz y en paz, es permanecer libre y fluir con Dios en todo aquello de lo cual tiene el control y saber escapar con Cristo mientras espera, porque todos, independientemente de la vida que llevamos y las metas que tenemos, siempre estamos en espera de algo, pero si no hacemos nada para avanzar y dejar atrás ese robótico momento de espera que procura atraparnos e inmovilizarnos, nadie lo hará por nosotros; por eso una persona nunca debe permitir que nada ni nadie la atrape en el círculo cerrado y sin salida de una espera incierta de la que ella no tiene control.
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