El
amor concreto se demuestra con hechos concretos, directos, vivos y no sólo con
palabras.
Necesita
del profundo mirar frente a frente a los ojos y del cercano tacto o roce de dos
cuerpos para ser.
Las
palabras lo abonan, pero el roce cada vez más cercano lo culmina y le da vida.
La
vida tecnológica del amor virtual engaña, roba existencia y no le permite consolidarse al amor porque se lleva a cabo en un cúmulo de fotos, vídeos,
vídeo llamadas, audios y charlas en llamadas vacías porque no tienen presencia física.
El
amor cibernético establece una relación que no llena porque no se vive
realmente. Se pierde mucho tiempo en ella y en la mayoría de los casos no se
consolida, por las desavenencias en que virtualmente la pareja incurre, que al
tener muy poco contacto físico, o no tenerlo del todo, esta falta de fuerza o
apoyo de una conexión corporal viva de verdad y frecuente, causa que muy rápido se
muera el amor y la relación se termina sin siquiera haber empezado en la vida
real.
El
amor virtual es un amor irreal, cobarde, un auto engaño porque todos al menor
problema que se les presenta terminan, pasan página y empiezan a buscar uno y
otro amor que cibernéticamente les va a seguir robando su tiempo y su vida
porque nunca o casi nunca se llevan a cabo.
Combinar
el amor virtual con el amor real es un arma de doble filo porque jamás es lo
mismo la fantasía de una relación sexual virtual a la vivencia de una real de
verdad.
Tampoco
es lo mismo tratar un problema en el ámbito virtual a uno que se resuelve en el
ámbito de la vida real en donde el cuerpo y el espíritu están unidos y la
pareja siente el magnetismo real del uno al otro.
El
amor real es verdadero y es de valientes, pero el amor virtual si no es forzado a vivirse así por la distancia y puede perfectamente llevarse a cabo personalmente, una o dos, o es de cobardes o es falso, porque no tiene justificación.
Cuando
dos personas se conocen virtualmente y les es posible conocerse por la cercanía en que viven, deben verse en persona lo más pronto
posible y no alargar mucho ese momento ni caer en la tentación de tener
conversaciones muy íntimas con esa persona si aún no se han visto o casi no se
ven porque ese no es un amor real debido a que no hay compromiso, ni
experiencias reales, sino sólo fantasías virtuales que no existen.
Si
queremos una relación seria, hay que buscar al máximo evitar el contacto
virtual, para mantener un amor real, concreto y directo. Jamás tomar decisiones
virtualmente, sino con valentía tomarlas viéndose cara a cara, y jamás tirar por
la borda el amor de alguien que sentimos que vale, que nos es afín o tenemos
mucha química, sin antes haber hecho el esfuerzo de conocerle personalmente, para
pasar lo que sienten por el fuego de la vida real y así comprobar con todo su ser que ese amor es
real o no.