Mientras el mundo da vueltas y vueltas como un trompo, yo vivo tranquila aquí muy ocupada en mi mundo de ensueño, escribiendo y dándole vida a todo lo que Dios me da.
No me complico como lo hace la mayoría de la gente, que anda manejando día con día llena de estrés porque ya no quieren caminar y sólo sueñan con tener el día de mañana, cuando se jubilen, una pensión bien alta, si es que llegan a esa edad para poder disfrutarla.
La mayoría de personas se ven notablemente agobiadas porque no viven con tranquilidad el día de hoy, ni aprovechan al máximo el presente, por estar pensando en el mañana que es tan incierto, y se endeudan por tener rápido hoy, lo que con paciencia bien podrían lograr tener para mañana sin tener que pagar tantos intereses innecesariamente ni hacer ricos a otros.
Su ambición extrema les roba la paz y el pretender tener lo que otros, o ser más que otros les mantiene estresados. El querer codearse con gente de según ellos alto nivel, y llevar una vida como ellos y que les vean andando, comiendo, comprando y haciendo lo que estas personas hacen. El entrar en ese círculo de amistades es su afán y no se ponen a pensar que al pretender enfermizamente eso, se exponen a ser utilizadas por estas personas que no dan ni un vaso de agua si no es a cambio de algo y que no sacan pelo sin sangre.
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