martes, 16 de noviembre de 2021

SI NO ESCRIBIERA YA NO VIVIERA


Por © Cira Arroyo Fuentes 15/11/2014  04:27 p.m.

     Cada palabra y cada frase que escribo limpia todo mi ser. Así es como Dios se las ingenia para sanarme y liberarme de continuo en mi diario vivir.

Aveces siento que se me sale todo el Arroyo o mi apellido por causa de alguien que me ha provocado, pero escribiendo y escribiendo todo mal que me han querido hacer se va saliendo, hasta que recobro mi paz y alegría de nuevo.

Componiendo se me van yendo los dolores de cabeza y se me va bajando la muy alterada bilirrubina, porque si la dejo que me llegue a la cabeza o al corazón me mata.

Las palabras se llevan todo peso que cargo en mi espalda y en todo mi cuerpo, hasta que quedo más liviana que una pluma.

Dios es mi doctor y me cura cuando escribo, anulando todo ataque negativo que me haya procurado el maligno por medio de alguna persona que se prestó para hacerlo.

Milagrosamente él me renueva como al águila, me quita las plumas sucias, viejas y pesadas, para renovarme y revestirme con unas nuevas recién sacadas del cielo.

Esto me sucede constantemente, porque no aguanto que nada ni nadie me robe el gozo y la paz que Dios me ha dado.

Al escribir me ahorro mucho dinero en doctores y me evito también el ingerir costosas medicinas, que aunque las han hecho para sanar, muchas tienen efectos secundarios, porque nos sanan de una cosa, pero nos dañan con otras.

No me da pena decirles mi secreto de sanación, sino que por el contrario lo comparto, para que todos busquen con la ayuda de Dios algo que los sane de forma natural tanto a su espíritu como a su cuerpo.

Pueden hacer un arte, un hobbie o lo que se les ocurra que les de paz y alegría, siempre y cuando eso que hagan sea del agrado de Dios.

En mi caso la mejor terapia sanadora que tengo es expresar mi sentir escribiendo sin parar, hasta que toda fuerza negativa con la que me han querido dañar se vaya de mí.

Sé cuando debo escribir, cuando no y sobre que tema debo hacerlo, porque lo que comparta debe ser un pensamiento que sea de provecho para todos, por eso independientemente de lo que esté sintiendo dejo que sea Dios quién tome el timón y me guíe para que lo que haga ses de su agrado.

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