Por Cira Arroyo Fuentes 29/09/2020
4:52 PM
Levantémonos cada día, como si estuviéramos
viviendo el último día de nuestra vida dándole gracias a Dios por haber podido
despertarnos para servirle un día más.
Preparémonos
con Cristo, carguemos nuestras baterías espirituales bien fuerte, para que podamos
tener sabiduría para discernir todo ataque que el maligno pueda habernos
preparado, para que lo esquivemos con el Poder de Dios o que podamos
soportarlo.
Seamos conscientes
de que cada uno de nosotros somos un mundo particular y único, que nuestra vida
es especial y distinta a la de los demás, que si mantenemos nuestro
contentamiento con lo que somos en todo tiempo, en todo lugar que estemos, con
quien quiera y dondequiera que estemos podremos sentirnos libres y felices, en
lo que sea que estemos pasando.
Al estar en
esta posición conforme veremos que vamos a sentir seguridad también y como esto
es lo que vivimos, lo mismo vamos a trasmitir porque si no nos sentimos ni
menos ni más que los demás, veremos a todos como a un igual.
Sabremos que
somos sabios, cuando veamos que hemos aprendido a incorporarnos a cualquier
clase de sociedad sin problema alguno porque hemos aprendido a rosarnos con todas
en el camino de la vida, en el que al haber tenido muchas experiencias durante
los altibajos que hemos tenido que vivir en tiempos buenos y malos, nos hemos
dado cuenta que en todas las clases sociales se pasa por las mismas pruebas y
experiencias, que en todas hay envidia, hipocresía, ambición, odio, amor, paz,
chismes, calumnias, etc, y un instinto de todos por averiguar en un santiamén,
toda la vida de los otros por competir y ver quiénes son más ricos, con más
poder, más estudiados o preparados que otros; pero si somos emocionalmente
inteligentes sabremos como hacer que los demás se enfoquen en lo que somos, así
como lo hacemos nosotros y no en lo que tenemos.
Somos
exitosos en toda clase social cuando abrimos bien nuestros ojos a la realidad
que tenemos al frente, sin idolatrar a nadie, sino viéndolos como a humanos o a
iguales a nosotros porque nos hemos dado cuenta de que independientemente del
dinero, bienes y poder que tengan las personas con quienes nos rosamos en todas
las familias y relaciones sociales sucede lo mismo, porque existen hijos,
nietos, hermanos, etc. que quieren sublevarse sobre sus familiares mayores y
manipularlos, sean hermanos, padres, abuelos o pasarle por encima a sus tutores
para quitarles su autoridad y adueñarse de todo: sea dinero, propiedades,
empresas, bienes y más porque quieren ser ellos los dueños de todo, sea mucho o
poco, los que brillen y en quienes el mundo entero ponga su mirada y su
atención para que los honren y les den más importancia y los suban en un
pedestal.
Somos
maduros espiritualmente cuando hemos visto como en los grupos, juntas,
escuelas, universidades, iglesias, empresas y organizaciones unos luchan
ambiciosamente por sublevarse sobre otros para sentirse más pudientes, con más
dinero y más importantes que los demás.
Tenemos
discernimiento cuando vemos que estas personas que buscan dinero y poder
rápido, fácil y antes de tiempo, sin haber tenido que pagar antes un precio o
haberse esforzado nada, no les importa tramar maldades para desbancar a quienes
envidian y ambicionan quitarles todo.
Si hemos
observado que en todas las clases sociales sucede esto y siempre hay en ellas
personas inconformes que nunca se llenan con lo que tienen y quieren tener y
alcanzar más, sin importarles a quien o quienes se llevan por delante, hemos
aprendido que la clave para ser feliz y tener paz en cualquier clase social a
la que se pertenezca es el tener contentamiento.
Es por esto,
que es tan importante ser libre con Cristo cuanto antes para que tengamos este
bendito contentamiento en todo tiempo porque este nos llena de carácter,
autoestima, paz, seguridad y nos ayuda a no juntarnos ni participar en
conversaciones ni en vivencias en las que otros se viven comparando todos unos
a otros, que te comparan con los demás instándote a hacer tú como ellos o hacer
lo mismo con otras personas.
Si ya somos
libres, seguros y llenos de positivismo con Cristo, nos autoestimamos y hemos
aprendido a tener contentamiento y a discernir cual es el principal problema
que hace que la gente se sienta mal, sola, menospreciada y las tácticas que usa
El Diablo para hacer sentir a las personas de toda clase así, sin deseos de
vivir, lo más lógico es que huyamos con Cristo de esta clase de gente negativa
y manipuladora porque es mejor estar bien lejos de ellas para que no nos
carguen ni nos roben la paz con sus complejos e inseguridad ya que de antemano
sabemos que son personas que andan como desesperadas por hacer daño y hacer
sentir mal a todos los que le rodean para que se sientan inconformes e
infelices así como ellos porque siempre están llenos de una ambición enfermiza
y de envidia por lo que hacen y tienes otros, que ellos no tienen, por eso se
la pasan sólo viendo que hacen los demás, les estorba ver a quienes son
felices, exitosos y surgen y sólo están viendo la manera de acercárseles para
ponerles piedras de tropiezo y hacerlos caer.
Las personas
que son así negativas, sin fe, descontentas e inseguras, se frustran porque no
logran satisfacer su ambición de alcanzar lo que otros tienen, no se conforman
con su mundo, sino que quieren estar y controlar el mundo de todas las personas
por vivir, ser y hacer, alcanzar y tener lo mismo que ellos, que es algo
imposible porque ninguna persona puede ser igual a otras, ni vivir sus vidas, o
que pretendan obligarle a vivir como ellas.
Las personas
negativas, inconformes y dependientes de otros, son las que están en mayor
peligro de atentar contra su vida cuando los demás se alejan, porque como son
personas que no soportan estar solas y no tener a quien serrucharle el piso, son
susceptibles a caer en depresión o en manos de personas manipuladoras,
abusadoras e inescrupulosas peores que ellas, que quieren hacerles lo que se
les antoja a cambio de hacerlas partícipes de su vida y del ambiente en que
viven.
En
conclusión, tengamos contentamiento en todo tiempo y lugar levantándonos cada
día con la seguridad de que si Cristo está con nosotros, nunca estamos solos y
somos libres porque Él nos libra de todo mal que nos quiera asechar.