Por ©Cira Arroyo Fuentes, 11/01/2021, 10:47 p.m.
Vivamos nuestro tiempo presente, no lo perdamos en cosas vanas, en otras palabras "Hay que vivir el momento de uno al máximo", con nuestros momentos y en nuestro tiempo; aunque los envidiosos o quienes no quieren que surjamos ni crezcamos nos llamen ensimismados porque de nuestro tiempo es lo único de lo que tenemos control, aprovechando al máximo nuestros dones, talentos, recursos y dinero, para que vayamos creando poco a poco lo nuestro con mucha dedicación, para nosotros, los nuestros y todos.
Hacerlo con amor propio, sin desperdiciarnos tratando de sobremanera quedarle bien a los demás, ni de ser lo que no somos, es decir, no vivir nuestro tiempo, al tiempo de otros o como los demás, sólo viendo como tontos e inseguros espectadores como ellos crecen, hacen y tienen, y buscan hasta el cansancio manipularnos comercialmente para que nos gastemos todo lo que tenemos en lo que ellos inventan o nos venden, sin importarles si nos queda dinero para suplir nuestras necesidades de alimento, vestido, etc, que a ellos no les importa porque lo que quieren siempre es tenernos como fiel público fan que compre todo lo suyo, aunque nos vean siempre pobres y comiendo migajas, mientras ellos se dan la gran vida a costilla de nosotros, por valorarlos más a ellos que a nosotros.
Creamos a Dios, levantemos con Él nuestra cabeza y no vivamos erróneamente cegados por los medios de comunicación del mundo, que nos hacen idolatrar a personas de mundo por lo que han hecho, o queriendo tener o hacer lo que otros hicieron o hacen y tuvieron o tienen, que sólo Dios sabe como las obtuvieron porque lo único que se consigue con eso es perder nuestra vida y nuestro tiempo, así como la esencia de nuestra auto creatividad, nuestra autoestima o amor propio, nuestro auto valor, nuestra identidad y el carácter que nos ha dado Dios.
Idolatrar y desear enfermizamente lo que tienen o hacen otros lo único que hace es convertirnos en personas frustradas, que siempre se la pasan pasivamente siendo espectadores, hablando o admirando sólo los logros de los demás, pensando, sufriendo o llorando por lo que otros tuvieron o tienen, y ellos no.
En esta vida, los que somos cristianos, sabemos que hemos de luchar activamente por lo que queremos honestamente, con la ayuda y el propósito de Dios, con paz, paciencia, amor y fe, cuidar y tener contentamiento con lo que tenemos o vamos teniendo a través del tiempo, producto de lo que nos nace originalmente hacer o inventar, de acuerdo a lo que nosotros vivimos, analizamos, asimilamos y extraemos de nuestras experiencias en la vida que son las que nos motivan a hacer algo propio con mucha dedicación y no esperar nada de nadie más que del Poder del Espíritu Santo de Dios, que opera o vive en nosotros.
A los que amamos crear y valoramos lo nuestro, nos sentimos orgullosos por lo que hacemos y no nos gusta copiar a nadie, ni lucrar con lo que otros han creado o hecho porque sabemos que cada invento o creación se deriva o nace de una gran necesidad y encierra un cúmulo de experiencias profundas que pueden venir de momentos dolorosos o de gran alegría que puede haber tenido una persona en un momento de su vida que la motivó a crear algo para paliar su sentir e innovar algo para remediarlo o hacerse su vida y la de los demás más fácil, para que no pasar más por esa necesidad ni que otras personas pasen por lo mismo.
A quienes nos motiva el amor a la creación y a las personas, nos deleitamos en concentrarnos en buscar por nosotros mismos, meditar y darle rienda suelta a la creatividad que nace en nuestro interior, nos gusta escuchar la voz que nos habla dentro de nuestro corazón para pescar y explorar con sumo detalle lo que nos llega, que nos sale legítimamente de adentro y no escuchar tanto lo que nos viene o llega de afuera o del exterior que hay que tamizarlo en el filtro de Dios para dejarnos lo que nos nutre y botar lo que no; aunque se nos vaya la vida en ello porque no nos importa invertir todo nuestro tiempo presente en una nueva creación, una nueva obra o un nuevo invento de calidad primeramente ante nuestros ojos, que son el primer público a llegar, que nos será tanto de auto ayuda como para ayudar a los demás, y nos concentramos tanto en dar lo mejor para suplir una necesidad, que no nos queda tiempo para pensar en el dinero, la fama y el poder que se pueda obtener con nuestra innovación.
Los que tienen otras creencias o ninguna, hacen todo por sí mismos según su moral de lo que creen que es malo o es bueno, piensan que hacen y consiguen todo con su propio poder, otros con la ayuda del poder supremo, otros del poder de la naturaleza, otros con el poder del universo, etc, ... en fin, cada quien tiene su muy propia y particular motivación según les guíe su conciencia.
Sea cual sea nuestra creencia lo importante es que dediquemos nuestro tiempo, que es oro, en concentrarnos en nuestras metas y en nuestros logros, en lo que somos capaces de hacer y crear con nuestros dones y talentos, desarrollándolos al máximo en un estado de paz y tranquilidad, aprendiendo de las experiencias de los demás y de las nuestras, sí, pero sin permitir enfermiza y ambiciosamente ultrajes manipuladores ni esclavisantes que provengan del exterior impuestos por otros, ni impuestos por "un falso y engañoso Yo en nosotros", ni por un enfermizo y vanidoso afán, que no nos permite extraer el tesoro de sabiduría innato que por naturaleza tenemos en nuestro interior, que particularmente para los que somos cristianos creemos que sólo proviene del Gran Yo Soy.
Si por impaciencia, pretendemos a destiempo, vivir la vida como los demás, queriendo tenerlo todo o tener más que los demás lo más pronto posible porque pensamos que cuando lleguemos a ese nivel de vida más que todos, es cuando lograremos nuestra plena conformidad y felicidad, entonces nunca seremos felices porque por más que nos matemos estudiando, trabajando o hasta copiando o robando a los demás sean sus obras, sus bienes o dinero para surgir rápidamente, siempre va a haber alguien que sea más que nosotros sea porque nació en cuna de oro y lo tiene todo o tanto que siente que no necesita hacer nada o se le facilita hacer todo lo que quieren a muy temprana edad, o habrán muchos otros, famosos y ricos en el mundo, que nos llevan toda una vida de estudios, trabajos, experiencias y aventuras, que han adquirido durante muchos años, que les ha permitido hacer lo que hacen, ser lo que son y tener lo que tienen.
Por eso, por el contrario, la persona que vive paulatinamente paso a paso en su tiempo o en su momento, que vive su propia vida creando, haciendo y obteniendo todo lo que puede con su propio esfuerzo y con los pies bien puestos sobre la tierra, valora como a un tesoro, todo lo poco o mucho que ha podido hacer, así como lo que le llega como bendición a sus manos, que obtiene por si misma o que le dan o regalan los demás; sea mucho, poco, caro, barato, y es feliz o tiene gozo en todo tiempo, porque valora todo lo que Dios le va dando, tanto antes, como durante y en el momento de lograr su meta porque en el proceso tiene un propósito o cometido que le ha dado Dios, que es más fuerte, que el vanidoso afán de superioridad que la gente vanidosa y materialista del mundo anhela alcanzar que la estresa, enferma y hasta le ocasiona la muerte.
Asimismo, quien no tiene tranquilidad porque se la pasa siempre idolatrando a los demás y viviendo como en un estado competitivo y ambiciosamente enfermiso, sólo viendo y valorando lo que hacen los demás; pero no lo suyo, y comparando lo que hace con lo que otras personas hicieron en el pasado o lo que en la actualidad muchas hacen, lo único que consigue es desanimarse creyendo que nunca podrá hacer o alcanzar lo mismo que ellos, sea porque no tiene el dinero ni la salud para invertir en eso, ni el conocimiento, ni las costosas herramientas, ni ayuda que tienen o tuvieron ellos, en otras palabras, permite que esas personas le roben toda esa energía original que tiene, por eso, lo mejor para cada persona, es concentrarse en hacer lo suyo, lo que de verdad le nace originalmente en su corazón hacer, con lo que tenga, a como pueda y por sí misma, sólo con la ayuda de Dios, y sin ayuda de nadie si no es creyente porque a nadie podemos forzar a colaborar de gratis en la realización de nuestros sueños o metas y no sabemos si siempre tendremos algo a cambio para ofrecer, dar o cubrir los favores que nos hacen, o dinero para pagar a otros para que nos ayuden.
Demos valor a las cosas más simples de la vida, y a todas las que nos llegan de gratis o no, a lo que nos dieron nuestros antecesores y a lo mucho o poco que hayamos podido lograr porque aunque no lo crean, ser agradecidos y valorar lo que tenemos es lo que nos abre las puertas al verdadero contentamiento, la verdadera paz, la verdadera felicidad, la verdadera riqueza y por sobre todo al verdadero amor.