jueves, 11 de febrero de 2021

Tú tienes la llave de tu vida

   


Por Cira Arroyo Fuentes, 11/02/2021, 11:57 PM

     Tú tienes la llave de la puerta de tu vida y eres quien decide a que o a quién/es permites entrar ó no en ella porque Dios nos creó en libertad de escoger nuestra vida y nuestro destino.

Eres quien decide en libre albedrío si disfrutar en soledad o en compañía de alguien o de mucha gente porque en cualquiera de estos estados o situaciones sabes escoger lo mejor y más sano para ti y sentirte pleno, feliz y en paz.

Eres quien eliges que cargar o no y a quien te ayude a llevar tus cargas.

Dios te deja en libre albeldrío de elegir la guía y la ayuda de Él, y si se lo permites, su Espíritu Santo te irá aconsejando poco a poco que hacer y que no, y te ayudará a llevar tus cargas, para que seas feliz y tengas una vida larga, sana y próspera.

Eres quien escoges lo que dejas entrar o recoger con tu mente y tu cuerpo para que pase a tu corazón y todo tu ser, sea por sí solo por decisión propia, o con la ayuda de Dios, y lo que apartas o desechas.

El mundo está extra super sobre saturado de personas, información, noticias, películas, series, documentales, sucesos, negocios, productos tangibles e intangibles, idiomas, religiones, creencias, alimentos, recetas, relaciones, etc; que te muestran y venden una falsa alegría; pero tú eres quien decides o eliges que aprender, en que trabajar, que ver, que escuchar, que oler, que comer, que palpar, que tocar, etc, en fin, qué decides hacer y ser.

Aunque tus propios sentimientos, deseos e impulsos dejándote erróneamente llevar por la soledad te engañen y te quieran inducir a que ser o hacer, con quienes compartir en compañía, y a que o a quien amar, si tienes la sabiduría de Dios, eliges con su ayuda a tus amistades y a quien amar también en yugo igual y no tener que pasar o perder el tiempo y hasta años en buscar querer convertir a una persona que momentáneamente creíste que querías en un yugo igual.

Hay muchos que por no saber elegir con el carácter de Dios, que por hacer lo que su propio carácter les impulsó o motivó, han caído de relación en relación, por no afrontar su soledad, y han perdido hasta su identidad y ahora viven o están totalmente inseguros, extraviados, enredados y se sienten desesperanzados, como que viven en una cárcel en y de por vida, por las malas decisiones que por dejarse llevar por sí mismos u otras personas, sin tomar en cuenta a Dios hicieron.

Estas personas faltas de carácter o inseguras pueden ser libres, si permiten que Dios intervenga en su vida, se la ordene y les haga apartarse de lo que están haciendo mal; y aunque siempre tendrán que ser responsables por las consecuencias de los actos que cometieron, al menos podrán vivir una vida más tranquila al apartarse de su pecado y de la vida insana que estaban llevando, que es lo que les estaba estresando, robándoles su paz y su libertad; que los tenía viviendo enfermos, ansiosos y agobiados al llevar o cargar un peso tan grande de pecado e inseguridad en su vida.

En resúmen, si en libre albedrío escogemos dejarnos llevar por Dios para que sólo Él y nosotros tengamos la llave de nuestra vida, nada ni nadie podrá dañarnos más porque hemos aprendido a tomar con la ayuda de Dios nuestras propias decisiones, eligiendo vivir y escoger sanamente lo que nos nutre, que es mejor y nos hace sentir feliz y en paz, dejando atrás con valentía, todas esas cosas, personas, lugares y vivencias erróneas que nos estaban manipulando, agobiando, amargando y dañando, por permitir cobardemente que otros tuvieran la llave de nuestra vida y fueran por muchos años o por mucho tiempo los que decidieran que hacer con nosotros y con nuestra vida.

Nunca olvidemos que la llave de nuestra vida sólo la tenemos nosotros y nada ni nadie más porque hasta Dios que nos creó, nos dotó con esta libertad de escogerlo o no como guiador de nuestra vida porque Él no obliga a nadie a seguirlo.

Nosotros no podemos culpar a nada ni a nadie por nuestros errores tampoco porque nuestras decisiones somos nosotros quienes debemos de tomarlas y no los demás. 

Podemos escuchar los consejos de Dios y de muchas personas; pero la última palabra y la última decisión en todo lo que hacemos sólo nos concierne a nosotros.


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