Por Cira Arroyo Fuentes, 30/03/2021, 7:52 p.m.
TODA LA GLORIA, EL PODER Y LA HONRA ES PARA DIOS
La infancia y juventud es un tiempo crucial para nuestra vida en el que todo lo que pasa a nuestro alrededor, una de dos, o realza nuestra auto estima o nos las roba o quita, por eso es sumamente importante que crescamos en un ambiente positivo, lleno de Dios y su palabra, en donde Dios y los demás nos ayuden a desarrollar al máximo nuestro potencial, con el arsenal de dones y talentos con que Él nos ha equipado para vivir.
En nuestra niñez nos hacen o nos deshacen, ..., en otras palabras, nos construyen o nos destruyen.
Ese viejo dicho de que el ser humano y sus costumbres no nace sino que se hace, es muy cierto.
Si de niños nuestra familia nos cría en un ambiente seguro, positivo y lleno de Dios, en dónde todos nos motivan, nos apoyan y nos ayudan, llegarémos a nuestra meta más rápido; pero si nos crían en un ambiente negativo, burlista, en dónde por todo nos amenazan, nos asustan y nos disminuyen, diciéndonos que no servimos para nada, irémos adquiriendo complejos, inseguridades y temores.
Es muy importante que todos los miembros de la familia se apoyen entre sí de manera equitativa, y que no hayan preferencias con ninguno, sino que todos sean tratados igual.
Así tan importante como lo es el ambiente que nos rodea en la familia, lo son las amistades con las que nos relacionamos, los compañeros de estudios(escuela, colegio, universidad, etc), los compañeros de trabajo, los miembros de la iglesia, la comunidad y la sociedad en general.
Todo este ambiente en el que nos desarrollamos o nos formamos, define el como vemos y tratamos a los demás y como nos vemos y tratamos a nosotros mismos.
Es super dañino para toda persona tener que vivir en un lugar donde se practica el matonismo o bullyng, el alcoholismo, las drogas, la brujería y donde constantemente la atacan personas manipuladoras, hipócritas, envidiosas, burlistas, mentirosas, chismosas, calumniadoras, y violentas verbal y físicamente.
Un ambiente en donde constantemente otros le dicen que es un recogido, un tonto, un bobo, un animal, un bruto, un mongólico, un idiota, un inútil, un estúpido, un vago que no sirve para nada.
Este cruel bombardeo del Diablo, porque es él quien usa a las personas que fueron sus instrumentos para llevar a cabo el mal, fue sacado del mismo infierno para destruir a una persona y convertirla en un guiñapo humano, y lo peor es que sumado a todo esto, cuando el/la niño/a va creciendo, y se va convirtiendo en un/a joven lleno/a de complejos, miedo y timidez, producto del trato que siempre ha tenido, todos pretenden cambiarlo y sacarle de ese estado, y para que tenga valor de hacer las cosas le quieren dar licor, cigarros y drogas, disque para que tenga valor y demuestre al mundo que él o ella es todo un hombre o toda una mujer, y quieren tapar con un dedo toda la mala crianza llena de negativismo y maldad que le dieron.
Por encima de todo esto que una persona ha vivido, Dios siempre busca rescatarlo por medio de personas positivas y llenas de Él que también rodean a esta persona; pero depende de la persona el poner más atención a las personas o voces positivas e ignorar a las negativas.
Quienes lo han hecho así, que se han criado en medio de un fogueo de tratos, y han elegido cerrar todos sus sentidos a lo negativo para abrirse a lo positivo, han podido desarrollarse y alcanzar sus sueños.
Otro tema extremamente importante para la persona, es como ha aprendido a salir adelante en medio de las fuerzas positivas y las negativas en que ha vivido, y que ha hecho para impedir que tantos maltratos y voces negativas no se entronen en su interior, en su mente porque la Biblia dice que nada de lo que sucede fuera del cuerpo lo daña; pero lo que entra o dejamos entrar sí. Dice también que el hombre sabio, creyente y temeroso de Dios, ve el mal y se aparta de él; pero el necio e incrédulo; se une, lo recoje y lo lleva consigo y a los suyos.
Lo más grave es cuando una persona en su propio cuerpo ha experimentado por la fuerza abusos, maltratos y hasta violaciones. Cuando la han obligado desde muy pequeña a tomar alcohol, usar drogas, y prostituirse, o la han usado como burro de carga o esclava haciendo trabajos extremamente duros que han dañado irremediablemente su salud.
Cuando el daño corporal y espiritual que ha recibido un individuo es extremo corre el grave peligro de convertirse en su interior en su mayor enemigo.
Ser la persona enemiga de sí misma es lo peor que le puede pasar porque aunque quienes le hicieron tanto daño estén lejos de ella o ya hayan muerto, tiene como un chip, un radio o una voz negativa grabada en su mente que se enciende cada vez que quiere salir adelante y cambiar su vida.
Y esto de ser enemigo de sí mismo, no sólo le puede pasar a una persona cruelmente agredida físicamente, sino a quien sólo ha sido humillada o ultrajada verbalmente, que ha sido tomada por otros como conejillo de indias para burlarse de ella, que ha sido afectada por la envidia, chismes, calumnias, provocaciones, insultos, etc.
Este encarcelamiento mental con enemistad propia hace que la persona se perciba a sí misma como que es fea, que no puede hacer nada, ni vale nada, y aunque se tope con personas sinceras, que si ven la belleza física y espiritual que tiene, le cuesta aceptar eso porque esas voces negativas en su interior la bombardean constantemente para no dejarla ser, en especial cuando quiere surgir y hacer algo.
Por eso es crucial que esa persona le entregue todas esas cargas, temores, complejos, inseguridad y negatividad a Dios, para que recobre el control de sí misma con Dios porque sólo así el maligno dejará de molestarla y perderá el poder y trono que tenía sobre ella.
Cuando El Espíritu de Dios se entrona en nosotros, empieza a reinar en nosotros con Gran Poder, por eso nos convertimos en personas fuertes que TODO LO PODEMOS EN CRISTO QUE NOS FORTALECE y desde este momento en adelante, a todo pensamiento o palabra negativa exterior o interior que se levante contra nosotros para dañarnos, la derribamos con El Poder de Dios, que es el mismo de Cristo y de su Santo Espíritu.