Por © Cira Arroyo Fuentes, 25/10/2023, 12:48 pm
Si por no estar solo/a, por interés, necesidad o cualquiera sea el motivo, aceptas que te propongan una relación a la libre, abierta, sea de amigovios, marinovios o vivir con alguien que sólo te ofrece una relación así porque sólo quiere tenerte a su lado mientras le gustes, le complazcas sexualmente y en todo, mientras le sirvas y te necesite, déjame decirte que esa persona no se autoestima y tú tampoco te valoras ni te das tu lugar si te permites vivir en una relación libre así.
Una persona que de verdad ama a otra, que respeta a Dios, que se respeta y cuida a sí misma, que es creíble, valiente, y segura, cierra las páginas pasadas de su vida para rehacerla con una nueva pareja, a la cuál sabe que tiene que honrar, respetar y darle el lugar que se merece.
Tener amigovio/a, o marinovio/a, o vivir ya juntados a la libre, sólo demuestra por parte de ambos miembros de la pareja, falta de carácter, de amor propio, de compromiso, inseguridad, cobardía, y falta de temor a Dios.
La única verdad, le duela a quien le duela o le incomode a quien le incomode, es que una relación a la libre, simplemente no es nada y no existe; por eso cualquiera de los dos se marcha en cualquier momento como si nada y la otra persona se queda guindando y sufriendo al no tener derecho de reclamar nada porque en realidad nunca fueron legalmente ni ante Dios ni ante la ley absolutamente nada, sino que se usaron placenteramente y a conveniencia el uno al otro sea por días, meses y hasta por muchos años, sin ser nada, sino sólo dos cuerpos fornicando o adulterando a la libre, a la manera del mundo por poco o mucho tiempo.
Las parejas que viven así no tienen derecho de reclamar nada y si lo hacen, la cantaleta esquivadora de su pareja diciéndoles que ellos nunca han sido ni son nada y que son libres de marcharse cuando quieran es obvia.
En conclusión, si quieres empezar una nueva página con una nueva relación en tu vida, cierra las páginas y heridas pasadas porque esa nueva persona que llega a tu vida no tiene culpa de tus enredos, ni problemas, ni deudas, ni gastos, ni complejos, ni heridas abiertas de tu vida pasada y merece empezar contigo una nueva vida y que le des el lugar de importancia que se merece ante Dios y ante la ley.