50- QUIÉN DICE CREER EN DIOS, PERO NO A LO ESCRITO EN SU PALABRA A ÉL LE RINDE CUENTAS

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Escrito por Cira Arroyo Fuentes   30/07/2015   09:10 p.m.

Nota: En mi experiencia como cristiana y en mi deber de compartir la palabra me he encontrado con muchas personas que atacan a mi persona por lo que comparto, cosa que no es conmigo ni con los demás cristianos con los que han de tratar esto sino darle la cara a Dios y preguntarle a Él por qué dejó escritas todas esas palabras con las que nos manda a predicar que son sacadas directamente de versículos bíblicos.

—Empiezo este escrito diciéndoles que quién dice creer en Dios, pero no creerle a lo que Él nos dejó escrito en su palabra para sujetarse a ella como a Dios, tiene que darle cuentas a Él de lo que hace, porque lo único que todos tenemos que saber y tener bien claro, es que Dios escribió su palabra que está viva en todo tiempo como una espada de doble filo, de la que no sólo escuchamos lo que nos favorece, sino lo que nos serrucha el piso también y nosotros no podemos hacer ningún cambio en ella, ni enseñar sólo lo que le conviene a la gente, según su estado o sistema de vida, sino que la tenemos que  dar a conocer tal cuál es, aunque las palabras vivas que mostremos no sólo penetren a los demás en lo más profundo de su ser, sino hasta a nosotros mismos para por sí solas exhortarnos a todos a cambiar el camino que llevamos en nuestra vida, si no es el correcto.

Dios nos dice esto en Hebreos 4:12 , Versión Reina-Valera 1960 (RVR1960)

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Esta es la razón por la que todos debemos de tener bien claro que no es a los cristianos ni a otras personas a las que hemos de rendir cuentas de nuestros actos, sino a Dios.

Es necesario aclarar bien esto porque hay gente que se disgusta con los cristianos porque dicen que nosotros nos pasamos juzgando a los demás como si fuéramos dioses y lo dicen sólo porque se sienten atacados por los pasajes bíblicos que compartimos, pero eso no es cierto, porque lo que hacemos es dar a conocer la palabra de Dios escrita o escribir mensajes respaldados por ella para que la conozcan todas aquellas personas que quizás nunca han leído ni escuchado de ella.

Nadie tiene por qué enojarse con nosotros porque es palabra de Dios, escrita a través de El Poder del Espíritu Santo y la compartimos tal cuál es y si alguien se siente juzgado o redargüido es con Dios al que tiene que confrontar no a los servidores que lo único que hacemos es obedecer a Dios llevando su palabra o predicándola a todos.

Igualmente los cristianos debemos de tener bien claro que toda liberación y sanación proviene de Dios y no de manos de ninguno de nosotros, porque la palabra por sí sola con el poder que Dios le da es la que redargüye a las personas para liberarlas, sanarlas y salvarlas.

Aunque a mucha gente no les guste leer ni escuchar la palabra de Dios y toman lo que hago yo y los demás cristianos de manera personal, siempre tendrán que escucharla y leerla, aunque yo dejase de compartirla, porque Dios con su gran sabiduría se las ingenia para hacerla llegar a todos por algún medio o sus siervos de toda edad en todo tiempo, porque ningún cristiano es imprescindible ya que sólo somos servidores, no dioses, ya que Dios sólo hay uno sólo y es a quién servimos.

Así que cuando alguien quiera agredir o hacer contienda con algún cristiano que lo piense dos veces antes de hacerlo, porque las palabras que comparte no vienen de su boca, sino que provienen de la boca de Dios, escrita en La Biblia.

La Biblia, que es palabra de Dios, es nuestra guía de vida que Él nos dejó, no para esconderla por temor, sino para sacarla a la luz y alumbrar con ella no sólo nuestro camino sino el de todas aquellas personas que no la conocen para que puedan llegar al conocimiento de la única verdad que ella por entero contiene que es a Jesucristo, El unigénito hijo de Dios, quién es el único camino que nos conduce a Dios Padre.

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