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Escrito por Cira Arroyo Fuentes 30/07/2015 12:16 p.m.
Nota: Cuando a la gente se le invita a una fiesta llevan regalos según la clase social de quién los participa y no les importa gastarse lo que sea en eso. Tampoco les importa pagar entradas caras a estadios, a conciertos, etc, pero cuando una persona está enferma ni se le acercan porque saben que en vez de recibir algo a cambio tienen que dar o ayudar.
Por otro lado cuando a las personas se les invita a colaborar de gratis en actividades sean de la iglesia o comunales, muchos se acercan, pero cuando se trata de ayudar a una persona particular que realmente necesita ayuda casi nadie o nadie del todo se hace presente.
-Es duro darse cuenta conforme pasan los años de que uno en la vida sólo tiene de gratis la ayuda de Dios y la de sí mismo, porque si uno no tiene suficiente dinero para pagar por servicios, se queda estancado, como muerto en vida, y no puede proseguir absolutamente nada hasta no tener dinero en mano de nuevo, ya que todas las personas aunque tengan tiempo, dinero, dones, y estén capacitados para poder colaborar en el momento justo en que alguien les necesita con urgencia de verdad, no lo hacen si no es por dinero a cambio y menos quieren por nada del mundo gastar su dinero ni su tiempo ni sus dones en hacer estas buenas obras, por lo que lo único que hacen es hacerse los tontos, como que no saben nada para alejarse y brillar por su ausencia, aunque una persona se enferme gravemente y hasta muera por no recibir ayuda.
Esta actitud de la mayoría de las personas como quien dice nos hace caer en la realidad de que tenemos que buscar por sí solos con la ayuda de Dios la manera de como sanarnos, porque si tenemos dinero nos curamos y si no lo tenemos nos morimos poco a poco y punto.
Cuando todo en nuestra vida marcha viento en popa, sobran las amistades, pero cuando estamos pasando por crisis todos se alejan.
El observar todo esto me lleva a la realidad de que la fantasía de la felicidad vive cuando la mesa está servida y se tiene para pagar a quién la sirva, pero cuando se necesita ayuda gratuita para servirla ni las moscas se acercan.
Todo esto me hace meditar en que de que vale tener muchas cosas si cuando nos enfermamos no podemos cuidarlas, por eso es mejor tener sólo lo que necesitamos y podamos cuidar nosotros mismos o gastar menos para que otros lo hagan o les den mantenimiento.
La persona que se obsesiona por tener en demasía sólo se complica la vida, porque mientras está joven, sana, fuerte y pueda ocuparse de todo lo que tiene, todo le marcha bien, pero cuando se enferma o se va haciendo vieja, entre más posee, más tiene que gastar debido a que nadie le perdona nada y todos le cobran hasta más de la cuenta o de lo que deben, según los bienes que vean que tienen, lo hacen mientras puedan, hasta dejarlos sin nada si fuera el caso, porque por la plata bailan todos y mientras esta exista allí hay sirvientes o ayudantes, pero en cuánto se acaba la situación cambia completamente.
El trabajar duro toda la vida para darse uno mismo a los demás desinteresadamente, buscando suplirle todas las cosas especialmente al ayudar a los familiares, amistades u obras eclesiásticas y comunales no siempre tiene la respuesta positiva que debiera, porque la gente a la que se le ha ayudado no siempre valora lo que de regalado se le ha dado, ni se pone a pensar cuanto tiempo debió de haber trabajado quién les ayudó para obtener eso que le dieron, ya que en lo único que piensa la mayoría de la gente malagradecida es en cobrar el esfuerzo que hacen para trabajar, aunque le estén cobrando más de lo que deben a alguien que les ayudó en el pasado, pero no se ponen a meditar que esa persona a la que ahora no le perdonan nada y le cobran bien todo, es quizás la persona que les regaló o heredó el suelo y el techo donde viven que vale una fortuna a la que jamás pagarían de vuelta ni con el trabajo de toda su vida.
Es triste para una persona mayor enterarse a estas alturas, después de que ha repartido gran parte de sus bienes para ayudar a otros, de que todo el esfuerzo que hizo en su vida fue sólo para criar cuervos, que ahora, al final de su vida, lo único que quieren es sacarle los ojos, para repartirse los bienes que aún le quedan y ver quién se queda con más si puede.
En conclusión, nadie se da cuenta de quienes lo aman, fiel y sinceramente hasta que se le llega el momento en que ya no pueda hacer nada y se convierte en una persona totalmente dependiente, porque es en estos momentos de mayor debilidad cuando se enteran de verdad en quienes son desinteresadamente con ellos y quienes no.
El problema es que si tienen dinero para pagar hasta el último momento de su vida nunca lo sabrán, pero si no lo tuvieran, entonces si se darían cuenta en realidad por quienes estuvieron rodeados siempre.
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