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Escrito por Cira Arroyo Fuentes 31/08/2015 11:45 a.m.
Nuestro creador no es un Dios de mente abierta y desenfrenada, ni camino abierto y desenfrenado, sino un Dios de orden, de límites, que nos tiene marcadas las fronteras donde podemos libremente caminar en territorio de luz, diciéndonos hasta donde podemos llegar y a donde no podemos entrar, porque es territorio prohibido.
Los que creyéndose que se mandan solos, que pueden cruzar las barreras, se atreven a salirse del closet para transformarse con una libertad insana, sin medida, en lo que a ellos se les antoja, tienen que asumir las consecuencias de su desobediencia para con Dios y todo lo que Él dejó escrito.
Quienes no tienen temor a Dios y al cumplimiento de su palabra, que mantienen su postura en total desobediencia para con Él, si no se arrepienten y cambian de vida a la manera de Dios, el juicio de Él caerá sobre ellos.
Estas personas que van sediendo cada vez más terreno al mal, tornándose más desobedientes para con Dios cada día, caminan o van abriendo trecho en su vida sin la guía de Él, porque Dios es santo y no puede aceptar jamás que la humanidad pretenda ser más que Él, de cambiar o quebrantar la ley y los límites que ya Él dejó bien marcados o establecidos y los que hacen caso omiso de esta, aunque sean personas buenas en muchos sentidos, o en muchas áreas de su vida, si no respetan la naturaleza de Dios y se siguen atreviendo cada vez más a caminar en lugares oscuros, libertinos y prohibidos que los guía más hondamente a la oscuridad ya no están caminando bajo la luz de Dios, sino engañosamente dirigidos por el maligno.
Las personas desobedientes con Dios demandan respeto y no quieren que nadie venga con palabra de Dios a redargüirlos, ni valoran para nada que estas personas por amor quieran aconsejarlas y sólo se defienden diciendo que La Biblia es falsa, cambiante y que fue escrita por hombres y no por Dios.
Los cristianos tenemos que seguir predicando la palabra que Dios dejó escrita porque esta es la luz que alumbra el camino a seguir a todas aquellas personas en el mundo, que aún sin haber conocido toda la verdad de Dios, que es en Cristo Jesús buscan siempre llevar su vida por un buen camino y aman hacer todo lo bueno y santo, porque aunque no han tenido una experiencia fuerte con Él, saben que es quién los creó y quién a creado todas las cosas que existen y deben de respetarlo, amarlo y temerle también, porque al tener ese temor siempre cuidan cada paso que dan buscando mantenerse siempre cerquita de Dios, bajo la cobertura y en el territorio donde su luz les alumbre, porque saben que si se alejan estarán en peligro de ser asechados y atrapados por las garras del maligno, que lo único que está esperando siempre como león rugiente es ver quién empieza a alejarse de Dios, de su luz y se acerca a su mundo de obscuridad.
El Diablo sólo se la pasa vigilante, buscando quienes son rebeldes para con sus padres, familiares y con todas las personas que les aconsejan, se mantiene en estado de alerta viendo como esas personas se van alejando de todos y de los consejos de Dios. Al verlos que son rebeldes comienza a dañarlos poco a poco y los asecha hasta que se atrevan a cruzar la barrera y se salgan de la protección de Dios para empezarles a devorar poco a poco, con más fuerza cada vez, o de un sólo, según como la persona le de oportunidad de hacerlo y la primera artimaña que usa es cegar el entendimiento de la persona, para que todos los buenos consejos que le dan las personas y toda palabra de Dios y su sabiduría no tengan efecto en la mente, el corazón y todo el ser de la nueva víctima que está logrando poco a poco atrapar bien en sus garras.
Satanás ciega el entendimiento de las personas que atrapa para que cierren su mente y todo su ser a toda persona que les aconseja lo bueno y toda palabra que Dios les mande a darles.
Cuando una persona cae en este estado de ceguera espiritual en la que todo le da lo mismo y se enloda más cada vez en el pecado y no hace caso a ningún buen consejo que alguien le de y lo único que hace por el contrario es ver a las personas buenas que las quieren ayudar como enemigas, atacarlas y burlarse de ellas, lo único que estas personas pueden hacer en este caso es orar por ella para que Dios haga el milagro de arrebatarla de las garras del maligno, porque lo que nosotros por nuestras propias fuerzas por más amor que le tengamos no podemos hacer, Dios sí lo puede hacer en su momento, no en el nuestro, por eso sólo debemos entregarle a esa persona a Dios en oración para que sea Él quién haga el milagro de cambiar a esa vida,
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