Cuentos
Decisión silenciosa
© Cira Arroyo Fuentes 03/2017
El temor a que peces grandes y corruptos tomen represarías contra los peces pequeños, hace que muchas personas de barrios humildes vean lo malo que ocurre a su alrededor y reaccionen sea callando sin hacer nada o en un silencio acompañado de oración.
Una situación incómoda, repetitiva y degradante como esta les sucedió a Mert, Clara y Walt: Tres amigos adolescentes que vivían en un barrio humilde, lleno de drogas y alcohol, que estaban luchando para mantenerse sanos y sobrios en medio de ese ambiente tan corrupto.
Una mañana fueron al colegio y como no tuvieron lecciones se fueron al parque de juegos del vecindario y pasaron unos drogadictos a ofrecerles drogas. Walt, como era el más inseguro y alocado, tuvo miedo de que los narcos se enojaran y les aceptó unos puros, que de momento guardó en su bolsillo.
— ¿Por qué aceptaste esa droga?, no ves que puedes arruinar tu vida —le dijo Clara.
—La tomé, porque llevarle la contraria a esos adictos es como ir en contra del mismo Diablo —le contestó Walt.
Mert sólo observó lo que estaba pasando, se quedó callado y oró en su interior.
—Mert, ¿por qué tú no dices nada?, ¿Cómo puedes tolerar en silencio que vengan a dañarnos de esta manera? — le dijo Clara.
—No quiero problemas, Clara, porque esa gente es de cuidado, pleitista y vengativa.
—Cómo puedes ser así, de no denunciarlos ni evitar que nos dañen —le contestó Clara.
—No le digo a nadie y menos a los policías porque hay muchos que están a favor de ellos, son unos corruptos y vendidos, que tras su puesto de autoridad engañan al pueblo. Por ambición reciben dinero de narcotraficantes a escondidas para que no los denuncien y hasta consumen drogas que ellos les regalan para que se callen —le contestó Mert.
—“Ya no hay cara en que persignarse”, y lo peor es que muchos padres, familiares, educadores, pastores y personas de autoridad en la comunidad, por temor no están haciendo nada para evitar que muchos jóvenes y demás personas estén tomando este mal camino —le dice Clara.
—Santulones,…un purito no hace nada,…sólo me pondrá en ambiente. Los ricos fuman en bandeja de oro y nadie los critica, pero a los pobres si nos despellejan —les dice Walt.
—Allá tú, para mí, el cómo se sirva, es la misma cochinada que destruye a todos y es inaudito, que tú, que te crees tan inteligente, aceptes ese veneno —Le dice Clara.
—Los ricos y altos ejecutivos de empresas, toman, se drogan y nadie los critica, pero a nosotros por ser de un barrio humilde nos ven como antisociales si hacemos lo mismo —le dijo Walt.
—La gente tiene que entender que los vicios matan, poco a poco o de inmediato. Es terrible observar que todos ven, callan y ninguno se atreve a denunciar —dice Clara.
—Clarita, para que te rompes la cabeza con esto, hazte la tonta para que no te metas en problemas —le dice Walt con mirada burlista y amenazante.
—No tengo miedo Walt, porque quién está en mí, es más fuerte que quién está en ti y en esos maleantes y no pruebes esa droga delante de mí, porque no seré más tu amiga.
—Clarita, clarita —le dice Mert —si Walt quiere destruirse, déjalo vivir su mala experiencia. Cuando esté hundido y desesperado, él mismo buscará ayuda y ojalá que no sea tarde o que sólo suplicándole a Dios y sólo Él, por su misericordia, pueda sacarlo de ese vicio, si así lo quiere, porque la gente rebelde y testaruda no aprende hasta que toque fondo y por lo que veo Walt va por ese camino que ni tú, ni yo, ni nadie puede evitarlo, sino sólo Dios—.
Mert se calló y oró más fuerte en su interior, tanto por Walt como por Clarita, porque al ella, hablar mucho, causó que Walt se revelara más, mofándose y dándose mayor importancia.
Clara, al ver que entre más redargüía a Walt, él sólo se burlaba y hacía caso omiso a sus consejos, optó por quedarse callada al igual que Mert, cerró los ojos y empezó a orar por él.
Walt estaba ya a punto de fumarse su primer puro, pero al observar que ellos estaban tan callados e ignoraban sus burlas y que todo quedó en un completo silencio, empezó a sentirse muy solo, por lo que agarró la droga que estaba a punto de consumir y la botó a la basura.
Mert y Clara pudieron ver el milagro que ocurrió con el sólo hecho de quedarse callados y orar, que esta vez les funcionó, porque la presencia del silencio tuvo más poder que las muchas palabras, demostrando una vez más que las voces del silencio nunca están vacías, sino que, por el contrario, están llenas de la Sabiduría y El Poder de Dios, si este silencio va acompañado de una fuerte oración de fe en nuestro interior.
Mert y Clara en esta ocasión pudieron los dos calladamente causar que Walt reaccionara positivamente e hiciera una Decisión silenciosa, pero no todo el tiempo esto funciona, porque sólo Dios nos puede dar la sabiduría de saber si estamos haciendo lo correcto, debido a que en unas ocasiones debemos callar, pero hay otras en las que es mejor hablar, porque si no lo hacemos, las piedras hablarán por nosotros.
Loveaguicorman
Escrito por © Cira Arroyo Fuentes 31/08/2016 12:52 a.m.
Siempre todo lo que he conocido que hay arriba en el cielo, en la tierra y debajo de ella me ha fascinado, pero nunca en toda mi vida un ser ficticio me había impactado tanto como el que vi una noche cuando dormía y tuve un grandioso sueño.
Soñé con un inmenso y maravilloso ser que con gran agilidad se camuflaba con la rapidez de un rayo volando, vigilando y alumbrando de un lado a otro muy en lo alto del cielo a toda la creación.
Era un ser viviente que paulatinamente disminuía la velocidad para descansar, que parecía dar la sensación de que flotaba en el firmamento dejándose llevar sólo por el aire que lo impulsaba.
Causaba gran admiración a todos los que lo veían porque podían divisar que era algo extraordinario con una figura muy extraña que tenía la forma de varios animales.
Era de color rojo carmelita, se notaba que no podía ocultar su gozo, y sólo quería con un gran amor hablarnos con una rugiente, estruendosa, pero dulce y amorosa voz con la que nos decía que para vivir y ser feliz, todas las personas debían de ser como ÉL.
Decía llamarse LOVEAGUICORMAN y que venía desde el mayor reino de toda la creación porque su padre lo había enviado a proteger a toda criatura viviente en el universo.
Me llamó mucho la atención de que este extraño y multifacético ser traía mucha seguridad y muy bien puesta en su cabeza, una inmensa corona con un rótulo blanco como la nieve, bordado con unas letras de oro que brillaban alumbrándolo todo a su paso, donde se leía en letras mayúsculas "TÚ ESCOGES EL CAMINO", al cual releía para poder entender que me quería decir y también me gustó mucho el nombre con el que lo habían bautizado que era LOVEAGUICORMAN, porque llevaba intrínseco en sí y de forma unida una parte del nombre de cada animal y arma que lo conformaba.
Nos dijo que no nos extrañáramos por su figura porque su padre lo había formado escogiendo las mejores partes de tres animales que resumían las características más importantes de cada especie que eran el león, la oveja y el águila.
Que le puso la cabeza de un león muy grande y fuerte para dotarlo de gran inteligencia y sabiduría, colocando sobre su oscura y larga melena que era inmensa y frondosa, una radiante corona para demostrar o hacer notar su poder como REY DE TODA LA CREACIÓN y que con la fortaleza de su estruendoso rugir hiciera que el enemigo saliera corriendo y se alejara de Él y de nosotros, que somos su más preciado tesoro.
Que lo dotó con el cuerpo de una oveja porque es un animal cubierto de lana, que aunque es distraída, tiende a extraviarse y ser engañada, siempre sabe quien es su pastor y dueño para dejarse guiar por Él, por eso su padre le puso la mejor parte de ella para que se abrigara, calentara y que así, como oveja mayor nos cubriera con esa lana a nosotros, sus ovejitas amadas y también a toda la creación para que nada ni nadie pasara frío nunca más y que siempre supiéramos que esa calor y protección provenía de su padre que es nuestro dueño y gran pastor también.
Nos decía que Él sabía, como oveja mayor, que nunca debía de alejarse de sus ovejas ni corderos hermanos y que nosotros tampoco debíamos de hacerlo, porque la unión hace la fuerza y que todos unidos nos protegeríamos unos a los otros, como ovejas de un solo rebaño, o un solo ser viviente con gran poder, y que Él tampoco debía de apartarse de su padre que es su pastor, porque estaría desprotegido ya que sin su padre no es nada.
Y que le puso las alas y patas del Águila Harpía, que es el águila más inmensa, de más fuerza, poder y sabiduría de su especie.
Las alas inmensas se las puso para que las abriera a lo largo y ancho del cielo, volara muy alto y detectara o le avisara con sus plumas, que son como antenas, de cualquier peligro o mal a distancia que pudiera acecharle y escapara volando muy en lo alto de todo lugar peligroso.
Las fuertes y poderosas patas se las dio para que descansara cómodamente y con firmeza o se defendiera con sus afiladas garras del enemigo en todo lugar.
También dijo que su padre le había dado dos armas poderosas e infalibles para que las llevara siempre, muy fuertemente agarradas en sus patas y las mostrara a todos, porque con ellas iba a salvarnos de todo mal, que eran ese corazón rojo que llevaba en las garras de su pata derecha, que tenía la sangre salvadora y protectora con la que no sólo había cubierto todo su cuerpo sino que era un sello con el cuál iba a cubrirnos a todos nosotros también y que estaba saturado de amor en abundancia, para que toda criatura creada estuviera enteramente amada por su padre y por Él para que nunca se sintiera sola ni desprotegida.
Y en las garras de su pata izquierda cargaba una roja y suculenta manzana milagrosa con la que iba a alimentarnos para que estuviéramos bien fuertes y pudiéramos afrontar toda batalla en contra del enemigo, porque era una fruta sagrada que inventó su padre que estaba llena de muchas vitaminas, que era un alimento que por sí solo era capaz de mantener lejos de nosotros a toda enfermedad, porque su piel brillante y roja como la sangre, tenía la virtud de tener la mayor parte de las defensas que nutren cada parte de un cuerpo para que sean inmunes y que ningún mal pudiera dañarles nunca.
En todo momento hizo denotar la importancia del color rojo que tenía, que era como de sangre, que no sólo lo cubría sino que tenía un gran significado porque indicaba fuerza, fortaleza, amor y poder.
Nos explicó que el tan llamativo color rojo del corazón y la manzana que había escogido llevar lo hacía lucir como una sola sangre y cargaba esas armas muy fuertemente sujetadas en sus garras de patas de águila porque sabía que éstas estaban llenas de fuerza y le daban la seguridad de que las armas no se le iban a caer en sus largos viajes flash que constantemente tenía que hacer por toda la creación para vigilarla y cuidarla.
Lo cierto es que a Loveaguicorman, ese ser ficticio de mi sueño, aunque ya estoy bien despierta nunca lo olvidaré porque la esencia de su ser se quedó muy viva en mí para siempre.
MI AMADA ABUELITA PETRA
© Cira Arroyo Fuentes
Entre brinco y brinco por el potrero o por el yurro, y salto de cerca en cerca, cruzando alambres y saltando de piedra en piedra, yo siempre corría muy liviana y presurosa hacia la casa de mi Abuelita Petra.
Ella, era una viejecita vecina, que vivía en otra finca cerca de mi casa, en una casita pequeña, sencilla, de madera vieja y despintada, que había sido construida hacía muchos años atrás por su esposo Clodomiro y ella, y que por el paso del tiempo lucía antigua, pero llena de amor, muy fresca y bella.
Esta era mi casita añorada cuando pequeña, mi lugar preferido, mi refugio escondido del mundo junto a mi abuelita Petra, al único que corría después de ir a la escuela o en días libres y fines de semana.
Era dónde siempre gustaba con deleite estar, porque me encantaba acompañar a mi abuela en sus quehaceres, cuando cocinaba en su fogón dentro de la cocina y afuera detrás de la casa en un horno de leña, en dónde al final de cocinar sólo quedaban cenizas, que luego usaba para lavar los trastos de ella.
Me encantaba escuchar sus conversaciones llenas de sus sabrosas y bulliciosas carcajadas, que le salían espontáneamente cuando me contaba historias de su vida, mientras yo, sin separarme ni un instante, la seguía por todos lados muy pegada a ella como una garrapata, para verla siempre trabajando muy hacendosa, sin perder el tiempo, cuidando con gran esmero el viejo piso de tierra de la cocina y del patio de su casa, que siempre se veía firme y brillante de tanto que lo barría ella, con sus escobas de monte, que antes habían sido bien cortadas y hechas por ella.
Así esperaba yo con gran paciencia, a que me llamara e invitara a tomar su famoso café con lengua, en donde siempre yo me preguntaba, ... ¿Qué comida sería esa, a la que ella llamaba lengua?,...porque lo que me ofrecía era café, pero la verdad es que todo ese tiempo me quedé esperando el probar la lengua, pero después me di cuenjta de que era un chiste, una broma que graciosamente y con mucho amor me hacía ella.
Lo cierto es que, lo que sí me dio, y mucho saborié, fueron sus ricas tortillas enmantecadas acompañadas con café, y recuerdo el rico aroma de su cocina y todo su hogar, que olía a café molido y preparado por ella, que desde antes había recogido en los cafetales que tenía sembrados alrededor de su casa.
Recuerdo también el olor a tierra mojada, a frescura, a limpieza, a paciencia y por sobre todo al amor que me daba ella, por eso en mis ratos de ocio, me sentaba en los marcos de las ventanas o en el quicio del piso de las puertas de su casa, porque me fascinaba estar muy cerca de ella y me quedaba allí hasta que me cansaba y me daba sueño.
Entonces ella, al verme cabeceando, confiadamente me pasaba a dormir, en una cómoda banquita de madera, que tenía en la sala junto a la ventana, desde donde yo podía ver la foto del abuelo Clodomiro, su difunto esposo, o hasta entraba en su cuarto a dormitar sobre su cama, que era muy acogedora, ...para mí la mejor y más confortable del mundo, ...en la que antes de dormirme, siempre meditaba un rato, observando una y otra vez, llena de paz, a su casita, porque la veía como la más fresca y tranquila de todas, mientras observaba también a mi Abuelita Petra, con sus ojitos brillantes, fuera por causa de la alegría que siempre la invadía o llorosos y grisáceos por causa de su edad.
Me fascinaba verla con sus cabellos canosos, su cuerpo tan recto, esbelto y bien vestido, luciendo orgullosa su blanco y engomado delantal.
Y no era sólo yo la única dichosa de compartir buenos momentos con ella todos los días que podía, sino también todos los que llegaban a verla, que eran muchos: chiquitos y grandes, vecinos(as), amigos(as), nietos(as) de sangre y nietos(as) de corazón como yo.
Todos allí contemplábamos ansiosos sus gestos, chistes, historias, leyendas y sus palabras llenas de amor, como los de nuestra abuela más querida, porque ella nos dejaba jugar libremente dentro de su casa cromos y yacsis, y afuera en el patio de su casa muchos juegos como rayuela, quedó, bola, sortijita y muchos más.
A mí en lo particular me dedicaba gran parte de su tiempo, porque me llevaba a recorrer los alrededores de su casa, a recoger café, a comer mangos, mandarinas, naranjas, guayabas, guanábanas, guapinol y muchos frutos más. También la acompañaba a sacar agua de una pileta o de unos pozos misteriosos, que tenía a la par de una naciente, en la que el agua siempre estaba limpia y fresca, que en tiempos de invierno se desbordaba formando un yurro. Los pozos siempre estaban llenos de agua y parecían como dos ojos grandes profundos y peligrosos, maquillados con verde musgo, porque estaban llenos de lana por fuera, por lo que eran muy resbalosos, pero existían gracias a que estaban bajo la sombra de viejos árboles, que habían nacido allí muchos años atrás, que tenían grandes ramas; pero con unas de ellas que parecía que se habían caído porque estaban casi acostadas en el suelo, en las que a nosotros nos encantaba treparnos a jugar o acostarnos a descansar allí, pero ella nos decía que tuviéramos mucho cuidado porque nos podíamos resbalar y caer dentro de los pozos o la pila.
Siempre, al regresar de nuestros largos y ajetreados ratos de paseo por las fincas de los alrededores, de andar correteando, brincando y jugando como mona de un lado para otro, yo llegaba a su casa muy cansada y deseosa de dormitar un rato y ella me chineaba.
¡Qué tiempos más maravillosos y llenos de bendición aquellos que nos dio Abuelita Petra!,...¡Qué de fueteadas que nos salvó a mí, a mis hermanos y a muchos más!,... ¡Qué de escondidas que nos dimos en su casa, donde todavía puedo recordar como sonaban las tablas del piso de la sala, las tablas de las ventanas y puertas de madera junto con sus misteriosas bisagras, que rechinaban misteriosamente por ser tan viejas, pero que al abrirlas ella por completo, dejaban entrar directamente los radiantes y brillantes rayos de sol, y el viento que atraía hacia adentro de la casa la frescura y pureza de la naturaleza.
¡Qué de saltos que me di desde el quicio del piso de madera de la sala, hacia el piso de tierra de la cocina!,...que por ser yo tan pequeña en ese entonces, me parecían ser saltos inmensos, en donde si no frenaba bien, de pronto me podía golpear, al ir a rebotar o chocar irremediablemente con el moredero de la cocina, o con la máquina de moler que estaba sujetada en una esquina de él.
No se me olvida como mis hermanos y yo nos escondíamos en la casa de mi abuela, fuera debajo de la mesa, de la cama, de la banquilla o de cualquier mueble u objeto grande que hubiera, para que Mamá no nos viera, cuando muy enojada llegaba donde abuela, para castigarnos por alguna torta que le habíamos hecho en la casa, y de cómo Abuelita Petra, disimulada y muy seria, nos escondía debajo de su delantal, de sus faldas, detrás de su cuerpo, detrás de las puertas o debajo de la cama, para salvarnos de una dolorosa fueteada.
Y así, haciéndose la que no sabía dónde estábamos, siempre le hablaba a mamá palabras muy sabias, mientras la calmaba día tras día y continuaba hablando con ella, charlataneando, cambiándole constantemente la conversación, hasta hacerla sonreír y olvidar todos sus problemas, llenándola sabiamente de su buen humor con una graciosa conversación, para que se olvidara de su enojo, y que al final se regresara feliz y tranquila para la casa.
Abuelita siempre con gran sabiduría nos atendía a todos por igual, porque tenía un gran estilo para hacernos sentir que éramos muy importantes, y cada uno se sentía individualmente como su nieto preferido, fuera este de su propia sangre o no.
Siempre nos daba de su tiempo, si nos veía llegar tristes por algún motivo, nos hablaba con mucho amor y se las ingeniaba para extraer nuestras penas, luego nos consolaba, y cuando llegaba la hora de marcharnos para la casa, ya nos tenía todos contentos otra vez, haciendo con sus chistes y sus carcajadas que nos olvidáramos de todo lo malo que teníamos porque todo el tiempo era nuestra consejera y nuestro escudo protector cuando la necesitábamos, y cumplía muy bien esa misión de amor que Dios le dio para con todos.
Me acuerdo también de los árboles de mango cerca de su casa, en los que a la par pasaba ese yurro que salía de los pozos y que seguía su camino rumbo abajo, cruzando parte de su propiedad y su cerca, continuando su recorrido por la finca de la compañía Fuerza y Luz, donde nosotros vivíamos, por donde habían muchos árboles de guayaba, hasta llegar a desembocar en el canal de la presa hidroeléctrica de la Fuerza y Luz.
Como extraño a Mi Amada Abuelita Petra, y a todos los que la llegaban a visitar hace tantos años, a los que aprendí a querer como a primos sin serlo, y que aún hoy cuando los veo, me siento muy feliz al sentirme recíprocamente querida por ellos.
Después de su partida, aún no he encontrado en ningún particular, el chineo y el cariño que ella le dio a mis hermanos, a mí y a muchos más que la extrañan también, porque tuvieron la dicha de conocerla y de tenerla cerca.
¡Cuán hondamente siente mi corazón al recordarla, y traer a mi mente esos tiempos de mi niñez tan bellos que pasé junto a ella, los suyos y los míos!, tanto es mi sentir que aún hoy al pensar en ella brotan lágrimas de mis ojos, mezcladas con tristeza y alegría a la vez, porque ella hizo el papel de mi abuela, al estar enteramente para mí cuando más la necesitaba, por eso a esa tierna viejecita nunca la olvidaré, siempre la tendré dentro de mi corazón y le dedico este cuento con mucho amor.
Añoro el trato que nos dio ella, porque nos vio como a nietos de corazón y esto todos mis hermanos y yo lo recordaremos hasta el final de nuestra vida.
¡Qué abuelita tan amorosa y chineona nos ganamos todos,... tan protectora, tan tierna, tan sana, tan mayor y con tanta fortaleza,... la que tuvimos en ella,... con casita tan sencilla,...pero daba gusto ir a verla!
¡Oh abuelita Petra, que días tan maravillosos aquellos en que vivías aún, tan frescos y tan amorosos!
¡Cómo extraño a mi abuelita Petra!, y como imagino que la añoran todos los que tuvieron la dicha de conocerla y de tenerla cerca, por eso siento que si piensan tanto en ella, y la recuerdan como yo, en este momento en que escribo acerca de mis días junto a ella, estoy segura que se les saldrán las lágrimas al recordarla, porque una abuelita como ella, que amara tanto a sus nietos verdaderos y postizos, ahora cuesta encontrarla.
ESTE CUENTO ES UN HOMENAJE PERSONAL QUE CON MUCHO AMOR LE DEDICO A MI ABUELITA PETRA PARA QUE LA RECORDEMOS TODOS LOS QUE TUVIMOS LA DICHA DE CONOCERLA Y DE COMPARTIR CON ELLA. TAMBIÉN SE LO DEDICO A TODOS SUS FAMILIARES QUE SIEMPRE HAN SIDO SÚPER CARIÑOSOS CONMIGO Y CON LOS MÍOS.
Adjunto: Fotos de Doña Toña Pérez Soto, hija de Abuela (qdDg) Petra https://www.facebook.com/CiraArroyoFuentes/media_set?set=a.310823819025635.72752.100002940595955&type=3
Vamos a comer, danzar y jugar
Por © Cira Arroyo Fuentes 09/09/2016 05:52 p.m.
Una mañana del 9 de septiembre, una niña llamada Cira, se levantó muy temprano, feliz y deseosa por comer, danzar, jugar y disfrutar plenamente de ese día y los siguientes hasta el 15 de septiembre.
Fue al cuarto de sus papas, se metió en medio de los dos en su cama para despertarlos y les dice:
—Papi y Mami vamos a comer, danzar y jugar.
— ¿Por qué te has levantado tan temprano y tan contenta?, le dice su mamá.
—Porque hoy estamos celebrando El Día del Niño y pronto El Día de la Independencia de Costa Rica, los mejores días del año para los niños, mi país y para mí. —Les contestó Cira.
— ¿Qué vamos a hacer? —Le dicen ellos.
—Celebraremos como antes. —Les dice muy entusiasmada.
Su mamá haciéndose la que no sabía le dice a su papá:
—Ángel, ¿recuerdas las comidas, danzas y juegos de antes?
—Laura, no recuerdo nada, —le contesta él guiñándole un ojo.
— ¿Cómo no recuerdan?, porque mis abuelitos dicen que antes habían comidas deliciosamente saludables, hermosas danzas y juegos que hacían en sus casas, escuelas y actividades del pueblo para que todos se alimentaran, ejercitaran y recrearan bien. —Les contesta Cira.
—A ver, que te dijeron y te prometemos que haremos juntos lo que pidas para celebrar contigo. —Le dice su mamá, haciéndose la que no sabía, mirando con disimulo y picardía a su esposo.
Cira, de inmediato empezó a decirles:
"Mis abuelitos me contaron que antes no había electricidad, la gente se acostaba a las 06:00 de la tarde, que algunos se quedaban un rato despiertos, otros sentados en el corredor o acostados en los patios sobre el césped mirando la luna y contando las estrellas en el cielo, pero los que ya estaban acostados conversaban un rato a oscuras hasta dormirse y si tenían que levantarse de noche se alumbraban con faroles y candiles.
Se levantaban entre las 03:00 o 04:00 de la mañana a orar en la aurora, prender el fogón y atizarlo para preparar el desayuno y deliciosas comidas para el día:
Para el desayuno y café de la tarde comían tortillas solas o acompañadas con mantequilla, queso rallado o aliñado, natilla, gallo pinto, huevos, guineos sancochados, pan casero, de maíz, parrangas, biscochos, tamal asado, torta de arroz, budín, y más, aguadulce, chocolate, frescos y tomaban café (que chorreaban en una bolsa de manta sobre un colador de alambre).
A las 09:00 a.m. daban merienda con emparedados, gallos de picadillos diferentes, gallo pinto, fruta y fresco de leche agria con azúcar o sirope, chan, tamarindo, agua con sirope, pinolillo, crema, horchata, avena, chicha de piña, y frescos de frutas.
Almorzaban ensalada, arroz con pollo, con carne, plátano maduro y postres de arroz con leche, mazamorra, dulce con coco, miel de chiverre, de toronja, de jocote, de guayaba, de ayote,...
Entre comidas comían maní, confites de mora, melcochas, jalea de guayaba y frutas.
Cenaban sopas como olla de carne, de mondongo, de migas con leche, de pan y más.
Y lavaban los trastos o platos con restos de cenizas del fogón.
Decían que los niños y jóvenes se iban a estudiar muy temprano, siendo educados por un(a) maestro(a) o profesor que cargaba un puntero grande (una afinada y larga varilla con la que señalaba lo que escribía en la pizarra), que también usaba para mantener el orden en la clase.
Cuando regresaban de estudiar comían, descansaban un rato, hacían sus tareas escolares y hogareñas, y terminando esto podían hacer o jugar lo que quisieran fuera: La Anda o Quedó (congelado, con bola, quemado), escondido o punto, rayuela, suiza, salto de la cuerda, yoyo, yaces, sortijita, trompo, cromos, carreras con (sacos, caballo de palo, aros de bicicleta, carretillos), competencias de luchas o fuerza con (cutachas y jalando cuerdas), canicas o bolinchas, chumicos, sancos, rompecabezas, muñecos(as) de vestir, juegos de puntos, Equis cero, zapatito cochinito, tortillitas, Juego de piedra, papel, tijera), el trencito, escondido o punto, bate, can can, bola, casita, cromos, juego con sillas, (juego de tin, marín, de do, pin güé), Simón dice, Matarirelirero, Mirón Mirón, el juego de la botella...
Después de jugar se bañaban, cantaban canciones como: Pasión, Que llueva que llueva, El Chinito, Aserrín aserrán, Arroz con leche, Doña Ana, La Cucaracha, Los pollitos, etc.
A la hora de dormir todos estaban cansados, los niños, de estudiar y jugar; los grandes, de trabajar en el hogar o fuera de casa, en el campo, cogiendo café, sembrando caña, frijoles, arroz, maíz, sembrando otros cultivos y otros trabajos, pero esperaban reunirse para contar leyendas y cuentos de antaño como El Cadejo, La Llorona, La Carreta sin bueyes, El Viejo sin Cabeza, La Segua, Los Duendes..., y orar e irse a dormir al fin.
La gente del dinero que ganaba ahorraba para proyectos futuros y estar preparados para alguna emergencia y cuando se llegaban ocasiones para celebrar.
Sabían que necesitaban dinero para los días patrios, porque el ambiente del pueblo era de fiesta y gran alegría El Día de la Independencia, que tanto les costó a generaciones pasadas.
Compraban con tiempo adornos típicos para tener las casas, escuelas, colegios y negocios decorados con la bandera tricolor de Costa Rica, canastos de café, títeres, muñecos campesinos, carretas, yugos o yuntas de bueyes, luciendo todo típicamente y por supuesto lo necesario para preparar deliciosas comidas y refrescos.
Más adelante en el tiempo, Días antes del 15 de Septiembre comenzaba el recorrido de La Antorcha que era traída por estudiantes desde Guatemala hasta Costa Rica.
El Día de la Independencia, a las 5:00 de la mañana, una cimarrona con música patriótica y mascaradas recorría el pueblo para despertar a todos, anunciando con alegría la llegada de la gran celebración, que empezaba con actos cívicos en centros educativos; donde primero izaban la bandera, luego hacían desfiles con bailes folclóricos, donde las mujeres usaban orquídeas y flores naturales para adornar sus entrenzados cabellos, que amarraban con cintas de colores rojo, blanco y azul; usaban collares y pulseras hechas con cincos, blusas de manta con inmensos vuelos adornados con vivos en forma de sig sag de colores, las enaguas eran hechas de pedazos de tela de los colores de la bandera y del escudo de Costa Rica y usaban sandalias de cuero. Los hombres se ponían patillas en el pelo, un bigote postizo o pintado, camisa y pantalón de manta blanca engomada, un sombrero de manta con el dibujo de la bandera o el escudo de Costa Rica, un pañuelo típico, una alforja con portaviandas, un machete, cutacha y sandalias de cuero.
En los festejos patrios la gente del pueblo, los visitantes de lugares vecinos y lejanos que no se conocían se presentaban muy educadamente en los desfiles y se observaba el cuidado que los padres tenían con sus hijos, especialmente los más pequeños, porque los mantenían a su lado bien tomados de su mano, para que no les pasara nada. Se veía el respeto y la honra que los niños y jóvenes tenían hacia los mayores al disponerse de inmediato a saludarles y presentarles a sus amistades.
Demostraban su buena educación mediante palabras como: hola, hasta luego, adiós, buenos días, buenas tardes, buenas noches, con permiso, puedo ayudarle en algo y más.
En los buses los niños, jóvenes y todos los hombres honraban a los mayores y a las mujeres de toda edad cediéndoles sus asientos.
En los festejos se distraían haciendo carreras de cintas a caballo, desfile de boyeros, subastas y escuchando música patriótica bailando al son de la marimba, la armónica, el acordeón, el Güiro, la guitarra, la flauta y otros instrumentos de la época.
Había gigantescas mascaradas típicas donde destacaban personajes como: la giganta, el diablillo, los políticos, el ama de casa, el policía, el presidente, payasos, la calavera, el fantasma, duendes, la negra, la bruja y más, que perseguían a todos, en especial a los niños para jugar y bailar con ellos.
Después de los desfiles, como todos tenían hambre y calor, muchos se iban a festejar a sus casas, para comer, danzar, cantar y jugar de todo lo patriótico que había, pero otros se iban con su familia y amistades al río, la quebrada, la poza, el arroyo, yurro o cualquier lugar del campo en donde ponían una tela sobre el suelo para comer y descansar mientras se refrescaban en el agua también.
Durante estas reuniones no sólo tenían conversaciones muy educadas, sino que sobresalían viejas palabras campesinas que pasaban a todas las generaciones como: acuantá (antes), endespués (después), diay, fregado. Y muchos viejos y jóvenes en confianza usaban dichos con sus camaradas como: todo tuanis (todo bien), como está el arroz (saludo), mae, pura vida, pero además decían frases muy sabias para aconsejar, guiar, corregir y educar a sus hijos y a todos como:
Al que madruga, Dios le ayuda.
Quién presta lo que tiene, a pedir prestado se atiene.
Quién el peligro busca, en el perece.
No todo lo que brilla es oro.
Has el bien y no mires a quién.
El mal que uno hace, lo paga una cuarta más.
Hay que perdonar hasta 70 veces 7.
Quién con lobos anda, a aullar aprende.
No hay mal que por bien no venga.
El buen hijo es bendición para sus padres.
Cuando la noche se torna más oscura, es porque ya va a amanecer.
Decían que ni imaginamos toda la investigación, trabajo y tiempo que invirtieron en la búsqueda de ideas para sosegar, educar, alimentar y mantener ocupados a sus hijos con deliciosas comidas, jugando y preparando actividades en las que aprendieran, se ejercitaran y se mantuvieran alejados de drogas y malas costumbres.
Acomodaban las actividades conforme al tiempo de cosechas de productos que se daban en cada estación del año, creando nuevas alimentos y actividades de recreo.
Que nosotros y las generaciones venideras debemos de valorar y practicar todo lo bueno descubierto por nuestros antepasados para crear la cultura folclórica original de nuestro país y el nuevo folclor y valores que a través de los años se ha ido conservando y mejorando con la que todos hemos aprendido que es algo que se debe mantener en todo tiempo, junto con los juegos, cantos, danzas, actividades y comidas. Todo esto debe ir de la mano con lo bueno de la nueva tecnología y de la vida moderna, y no debemos perder el tiempo en actividades vanas que no nos dejan nada bueno, sino invertirlo en todo lo que nos mantiene saludables y doctos para tener siempre una vida mejor porque es la herencia generacional acumulada llena de sabiduría que nosotros con la ayuda de Dios vamos a dejar también.
Me dijeron que debemos de sacar tiempo para hacer de todo un poco, pero no ceñirnos ni cegarnos haciendo sólo lo que el tiempo presente nos ofrece, sino que frecuentemente debemos de relajarnos, mirar atrás y valorar todo ese tesoro de sabiduría que heredamos de generaciones pasadas para mantenerlo siempre vivo con todo lo bueno que cada una de ellas nos han ido dejando.
—Verdad que es una historia muy interesante la que mis abuelitos me contaron. —Les dice Cira a sus padres muy contenta.
—Claro que sí. —Le contestan ellos muy sonrientes. Y ahora después de todo eso que nos has contado creemos que es momento de hacerte cosquillas y de que revivamos esas vivencias poniéndolas en acción ahora mismo, ¿Qué te parece? —Le agregaron.
Entonces Cira les comenzó a hacer muchas cosquillas a los dos, les dio un bezo y un abrazo fuerte, agarró a cada uno de una mano, los jaló y los sacó de la cama para que empezaran a comer, danzar y jugar de inmediato.
Y este cuento se acabó porque yo ahora me meto por un huequito y me salgo por el otro para que ustedes me cuenten otro.
H