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martes, 29 de agosto de 2023

Prefiero ser espontánea; pero sincera, que calculadora, (educada) e hipócrita




Por  © Cira Arroyo Fuentes, 29/8/2023, 5:47 p.m.

     Cuando uno es una persona educada de verdad en término general, original, espontánea, natural, amable y sonriente, muchos nos ven como personas diferentes, corrientes, tontas o babosas y se creen superiores a nosotros porque no nos comportamos según su (educación); pero de tontos no tenemos ni un pelo, simplemente, cuando uno es tal cual es, sin caretas, no tiene mucho tiempo para andar buscando ni escogiendo máscaras, ni palabrería, ni tonos de voz de voz fingidas de domingo para hablar porque uno simplemente es lo que es con nuestra verdadera cara y personalidad al desnudo, siente y actúa al momento y punto.

Se es uno mismo con educación universal, al natural, en libertad porque no puede uno estar actuando falsamente como robot, marioneta o monigote manejado por otros, según su disque educación particular a su conveniencia o a su  mejor postor, según como quieren los demás que seamos porque de todas maneras a la gente nunca se le queda bien, y pues, si por más que hagamos, nos esforcemos y estresemos, nunca nos van a aceptar, y siempre nos van a encontrar defectos y nos van a andar comparando con los demás y cuchicheando o chismorreando sobre nosotros en grupitos apartados de fuego puro, donde obviamente se ve que por más que lo disimulan, que lo queman a uno vivo, por eso es mejor ser uno mismo y si les gusta o no es su problema no el nuestro.

Cuando uno es espontáneo y sincero, en muchas ocasiones tiene que hacerse el loco para vivir en paz, evitar problemas y discusiones con personas perfeccionistas y ensalzadas, y hacer que ignora  cuando las personas están hablando mal de uno porque se nota y si tratan de disimularlo se nota más, al observar las tantas miradas retorcidas, codeadas o codazos, palmetadas y hasta pellizcos que se hacen todos en cadena para ponerse todos de acuerdo y empezar a criticarnos en manada, así como con sus disimuladas burlas constantes hacia nuestra persona, que gracias a Dios es libre, imperfecta y sin complejos de superioridad y como todo nos resbala, simplemente se les devuelve.

Cuando uno es diferente y no se apunta a seguirles el juego a educaciones particulares, sólo vemos y tratamos a todos por igual y como a un igual, por eso las opiniones y críticas negativas de la gente nos cansan; pero tenemos que ignorarlas porque todos buscan hacernos o según ellos arreglarnos, cambiarnos o disque educarnos a su manera particular porque no entienden que todos somos únicos y que nadie tiene por qué querer hacer a otra persona como una copia de ella.

En conclusión, cuando estamos en medio de víboras sociales orgullosas o altivas, manipuladoras, narcisistas, dominantes, falsas o hipócritas, tenemos que llenarnos de sabiduría con Dios porque son como toros aplastantes a los que hemos con sabiduría torear para salir ilesos y que se muerdan como culebras o envistan como toros entre ellos, al no poder hacer nada con ni contra uno, ni pretender cambiarnos cada uno a su manera porque con Cristo somos una persona individual, única y más que vencedora. 

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