Por©Cira Arroyo Fuentes 12/11/2018, 4:52p.m
Nuestra mayor y mejor oración ante Dios es el cambio o los cambios que hagamos en nuestra vida que vayan de acuerdo a la voluntad de Dios, que son los que hacen que los demás quieran reflejar eso mismo que nosotros tenemos y hemos logrado con la ayuda de Él.
De nada nos vale expresar una retaila de palabras que tan pronto como salen de nuestra boca se las lleva el viento porque no las ponemos en práctica.
La gente del mundo le pide y le pide a Dios que los sane, que los libere, que les de paz, etc, pero no se disponen de verdad a dejar todo eso o aquello que les está impidiendo su sanidad, su liberación y su paz.
Continúan dándole gusto al cuerpo, dejándose llevar por ellos mismos, por los demás, por modas, pero no por Dios porque el hacerlo implica hacer cosas o llevar una vida en la que tienen que poner en sacrificio a su carne, sus deseos y ya no pueden hacer con su cuerpo lo que se les antoja, sino lo que Dios quiere que hagan.
Un montón de personas pueden ponerse a orar y orar por otras, pueden darles un sin fin de consejos, pero si ellas no abren su corazón a Dios para decidirse con coraje a cambiar y abandonar todo lo que les está apartando de Dios nada sucede.
Una persona puede decirte que ya cambió, que ya no volverá más atrás, etc.; todo de labios para afuera; pero no es lo que nos dice lo que nos convence, sino los cambios drásticos que veamos que ha hecho, que de verdad demuestran que están cambiando o ya han cambiado, pero si siguen en la vida errónea y desobediente en contra de la voluntad de Dios es porque no han cambiado y lo único que están haciendo es querer engañarnos a nosotros y a Dios, pero en realidad son ellas mismas quienes se están engañando.
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