© Cira Arroyo Fuentes 26/09/2017 05:14 p.m.
Te ha pasado alguna vez que te encuentras viejas amistades de juventud a las que has dejado de ver por muchos años y te cuesta reconocerlas porque han cambiado muchísimo.
Te ha pasado que te ven y te preguntan que te has hecho porque luces tan joven y lo primero que te dicen es: que dicha que no has tenido que trabajar tanto o tan duro como ellos y por eso te has podido conservar, pero la realidad es otra, porque tú también has tenido que trabajar y sobrevivir con la diferencia de que tu mentalidad no posee una ambición desmedida y enfermiza, pero la de ellos sí, porque nunca se conforman con lo que han logrado sino que siempre quieren más y más aunque las huellas de su arduo trabajo y estrés vayan quedando bien grabadas en sus cuerpos y nunca vivan en paz.
Pues los culpables de ese estado físico y anímico es su equivocado Yo interno y Yo externo enfermo por la ambición desmedida y el estrés que les conlleva de la mano y con el que constantemente les bombardea el mundo .
Esto les sucede a estas personas porque nunca supieron encontrar un equilibrio en su YO o en sí mismos con Su Creador, Ser Supremo, Dios o como quieran llamarle, porque desde muy chicos les enseñaron que si querían ser ricos o mantener sus riquezas de cuna, tenían que trabajar mucho o estar invirtiendo constantemente, movilizando sus activos para que les generaran más dinero cada vez , y en este afán por tener más y más, se perdieron en ese estilo de vida y nunca aprendieron a buscar en meditación el estilo de vida equilibrado por la principal brújula que es el gobernador de su Yo interno, que es el que le da fuerzas al Yo externo para afrontar todas las visisitudes en la vida.
Si desde muy pequeños nunca tuvieron esta sana disciplina porque estuvieron bombardeados fuera por mucha o poca gente, en su casa, iglesia y comunidad, que no supieron enseñarles a meditar, porque ni ellos mismos sabían como hacerlo, empezaron a vivir en pos del materialismo porque les impulsaron a hacerlo, sólo pensando en aprovechar su tiempo al máximo ganando algo siempre, porque para ellos el tiempo no se puede usar en otra cosa más que en hacer únicamente dinero en demasía y todo lo demás que se haga es desperdicio de tiempo, porque nada ni nadie es para ellos más importante que el dinero y las riquezas.
Este sistema materialista de vida los tiene siempre actuando como robots o máquinas de hacer dinero y no hablan con nadie ni le dedican su tiempo si no ven que van a recibir dinero a cambio.
Si van a una fiesta ni allí están tranquilos porque su Yo externo o cuerpo físico está allí presente pero su Yo interno está pensando sólo en hacer negocios y en que más hacer para ganar más, de manera que su mente nunca descansa, aunque esté fuera de su lugar de trabajo, o muy lejos de este.
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