Para mí es muy difícil olvidar el largo tiempo que viví en Miami, dónde la mayoría de la gente me conocía como Cira Ujueta que era mi apellido de casada, el que cuando me divorcié no volví a usar, porque seguí usando mis apellidos de soltera. Fueron casi 17 años los que allí viví, en donde tuve a mis tres hijos y muchas vivencias, unas positivas y otras negativas.
En realidad aunque ya tengo años de haber regresado a mi país natal en el 2002, sigo extrañando a Miami demasiado, porque es mi segunda casa, como mi segundo hogar, en donde dejé muchas amistades, parte de mi corazón y muy dentro de mí sé que algún día volveré. Anhelo ir a las bibliotecas públicas donde solía ir a diario tanto a hacer uso de La Internet, como a leer libros y llevar a mis hijas a las diferentes actividades que allí realizan para gente de toda edad. Extraño también el pasear por sus playas, por sus calles, sus parques, campamentos, sus malls, en fin todo lugar, porque la recorrí completa cuando manejaba de un lado para el otro que es algo que nunca podré olvidar. Ya hasta me hacen falta los dolores de cabeza que tenía cada vez que por fuerza tenía que hablar aunque fuera un poquito de Inglés para sobrevivir, cuando resolvía los problemas de mi vida cotidiana. Es muy difícil para una cuando ha vivido tanto tiempo en otro lugar adaptarse de nuevo a las costumbres de nuestro país nativo, porque ya no nos sentimos ni de aquí, ni de allá, sólo deseamos como partirnos en dos y estar en los dos lugares a la vez.
Cuando llegan esos días del año en que el aire, el viento y el tiempo nos llenan de nostalgia vienen a mi memoria todos los recuerdos de esos días soleados y me sueño como que estoy de nuevo allá, a la orilla del mar, con mi auto parqueado de tal forma que me acuesto de frente a la parte trasera, sobre una confortable toalla a disfrutar del sol y del mar, como solía hacerlo. También me acuerdo de los días fríos, esos de Thanksgiving, Navidad y Año Nuevo inolvidables para mí, porque siempre, aunque fuera muy humildemente, me reunía con mis hijos a celebrarlos, especialmente Thanksgiving que fue los días que más pasé junto a ellos, que lo celebrábamos decorando bien la casa con adornos de parejas de Pilgrims, pavos y calabazas. Sirviendo la mesa bien adornada con una gran variedad de alimentos para la cena, comiendo pavo relleno con diferentes carnes, con jamón, diferentes quesos, ensalada mixta con lechuga, uvas, manzanas, tomates, pepinos, en fin de todo lo que podíamos ponerle acompañadas con deliciosos dressings para realzar su sabor, todo esto acompañado de los famosos pies de de maíz, calabaza, turrones, nueces, almendras y de un vinito o una suave sangría bien helada que mientras disfrutábamos la cena tomábamos vídeos y fotos para guardarlos como recuerdos.
Avivo esos momentos inmemorables cuando en dos ocasiones fui a audiciones para participar al programa Sábado Gigante, donde tuve la oportunidad de conocer al famoso maestro y músico chileno Don Valentín Trujillo, quién fue el que con anticipación me preparó en los ensayos. La primera vez que fui a participar canté una canción de Juan Gabriel y la segunda una de mi propia autoría titulada Coquetita de Corazón y de ambas participaciones tengo guardados dos vídeos de recuerdo.
Al tiempo de haber participado en Sábado Gigante conocí a la señora Amalia Bruzos , la que me dirigió a una señora, cuyo nombre ahora no recuerdo, con la que recibí unas lecciones de canto, que no pude continuar por problemas económicos, pero que durante el tiempo que me enseñaba nos llevó a una audición con una actriz mexicana Karla Álvarez, de la cuál guardo un vídeo de recuerdo también.
Tampoco olvido cada vez que viajaba en los aviones, que me sentía desmayar por el miedo que me daba, pero al fin tenía que pasar ese trago porque no me quedaba otra y para decirles la verdad por más miedo que tenga lo volvería a hacer con tal de ser feliz.
Han pasado 14 años desde que me regresé a Costa Rica, pero aún me hacen falta los cubanos, anglo americanos, afro americanos y todos los demás amigos de diversos grupos étnicos que conocí y no sé si me recuerdan o no, pero yo a ellos sí porque sus caritas rebolotean en mi mente con suma frecuencia y deseo volver a verlos.
Son tantos los buenos recuerdos que mantengo vivos, pero también quiero contarles de los malos, que fueron los que más me motivaron para regresar a Costa Rica, como fueron las duras experiencias que pasé cuando El Huracán Andrew el 28 de Agosto de 1992 azotó a Miami, después el continuo aviso de precaución por las tormentas que con tanta frecuencia nos azotaban, y cuando casi diez años después Estados Unidos estuvo en alerta por la destrucción que causaron los aviones terroristas cuando hicieron el ataque a las torres gemelas y otros lugares. Finalmente cuatro meses antes de venirme para mi país natal fuimos atacados por la Guerra del Ántrax que comenzó 18 de septiembre del 2001 que duró por varios días después en donde alertaron a toda la población de que todos tuviéramos cuidado si recibíamos un sobre grande de manilla sin remitente en nuestro correo y que lo tomáramos con guantes o bien cubiertas nuestras manos con unas bolsas plásticas y lo depositáramos dentro de varias bolsas como en una sola y la lanzáramos en la basura. Estas extremas medidas de seguridad las pusieron para que el contagio con el virus no se expandiera, extremas medidas contra el terrorismo que duraron por meses en todo el territorio de Estados Unidos que experimentamos nosotros hasta el último día en que viajamos cuando el Aeropuerto de Miamiestaba estrictamente controlado.
Lo más curioso es que aún habiendo vivido todas estas experiencias extraño a mi querida Miami, porque aunque hayan pasado tantos años de nuevo no he podido olvidarla y sigue viva en mis recuerdos manteniendo vivo en mí el deseo de regresar a ella lo más pronto posible.
Bibliografía:
Vídeo sobre La Guerra del Ántrax
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