Cada quien de manera muy particular le da cuenta a Dios de su vida.
Nuestra relación con Dios, nuestra fe en Él y las cuentas que cada uno tiene que darle, y el juicio ante Dios es individual.
Cada quien decide en libre albedrío creer en Dios y sobre todo creerle a Él o no, como vivir, y en quien concentrarse para quedarle bien o agradar, ... si a Dios o al mundo.
Si vive conforme a la Voluntad de Dios, sabe que salva su vida; pero si vive conforme al libertinaje y corrupción del mundo, dejándose llevar por lo que personas malas consejeras le dicen que haga, y nunca hace un alto en su camino con Dios para arrepentirse y empezar o volver a vivir conforme a Dios, debe saber que pierde su vida.
Cada uno decide si escuchar y obedecer a la voz de Dios o a la del mundo o la gente.
Si una persona, sea lo que sea que haya vivido, se arrepiente de corazón y hace un alto en su vida para seguir con humildad viviendo conforme a La Voluntad de Dios, Dios la perdona.
Nosotros no somos quienes para juzgar a nadie, sino sólo Dios.
Lo que si debemos de hacer es orar los unos por los otros para que El Reino de Dios venga sobre todos y que todos se salven porque quién no siente preocupación, ni dolor por lo que les pase a los demás, sólo le importa su vida y lo que pase consigo mismo; pero quién se preocupa por hacer algo por los demás, orar por ellos y llevarle o compartirle La Palabra de Dios para que cambien su vida y vivan conforne a Dios y salven con Dios su vida, ... ama a Dios, a los demás y a sí mismo.
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