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martes, 3 de septiembre de 2019

Dios me dice quien soy y no el mundo

 © Cira Arroyo Fuentes   04/09/2019   12:03 a.m.

     Recorriendo lugares y hablando con muchas personas escucho tantos criterios diferentes acerca de la credibilidad, que si no estoy bien parada con Dios creyéndole sólo a Él, tantas vocecillas negativas e hipócritas pueden desalentarme porque la mayoría son usadas por el enemigo para buscar apagar la fe, el gozo y la luz que tengo.

Se denota que son personas que están al tanto de lo que hago con mi vida real como cibernética, aunque hacen parecer que me ignoran o ignoran lo que hago; pero apenas tienen oportunidad atacan y se esfuerzan por robar mi libertad, encarcelarme con sus complejos o llenarme de inseguridad, para hacerme titubear o dudar de mí y de lo que hago, por desvalorarme y exaltarse a sí mismas.

Que triste es que existan personas así, que no son capaces de brillar por ellas mismas y que siempre sientan la necesidad de aplastar a otros para buscar sobresalir.

Gracias a Dios y al carácter que Él me ha dado he podido salir adelante manteniendo un sentido de credibilidad muy fuerte en todo lo que hago porque sé que piso con firmeza y verdad en cada paso que doy, aunque constantemente haya quienes buscan siempre moverme el piso para que me caiga, pero grande es Dios que me mantiene en pie, esquivando con sabiduría, positivismo y un buen sentido del humor, a toda piedra de tropiezo que se me atraviesa, desligándome o desapegándome continuamente de todo lo que busca bajar mi auto estima o traerme negatividad.

La credibilidad y seriedad que tengo para soñar, crear o inventar es muy fuerte, y tal parece que algunos se confunden, al ver que en vivo y a todo color soy un puro vacilón, pero en realidad cuando en la intimidad de mi aposento, que es impenetrable por el mundo, me pongo a meditar e inventar, lo hago en serio y busco dar todo, lo mejor de mí.

Nací para ser original, crear y no copiar a nadie, y no me gusta que otros quieran imponerme sus pensamientos ni sus vidas porque amo darle vida a los míos, sacarles el jugo y saborearlos porque me saben más ricos, al edificar poco a poco mi propia vida con la ayuda de Dios.

Lo cierto es que las apariencias engañan y no todo lo que vemos u otros ven en nosotros es lo que es, porque en realidad somos lo que vivimos en nuestro aposento, en nuestra intimidad espiritual, que es donde radica nuestra verdadera personalidad y riqueza debido a que lo que los demás ven por fuera son muchos escenarios con muchos actores que actúan en el mundo al mejor postor porque los que son del mundo actúan como lobos buscando atrapar presas y los que son de Dios actúan como pastores o como ovejas y sólo buscan con sabiduría huir con Cristo para no ser atrapados en este juego de la vida tan engañoso, tan ambiciosamente materialista, aventurero y lleno de placeres mundanos que es sumamente manipulado por el poder del mal, del que sólo Dios puede librarnos.




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